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Análisis y Desarrollo Global

¿Qué papel puede jugar la cooperación española en la respuesta a la COVID-19 y en la prevención de crisis futuras?

Serie | COVID-19 y estrategia de respuesta #14

12.06.2020

Este documento forma parte de una serie de notas de debate que abordan preguntas fundamentales sobre la COVID-19 y las estrategias de respuesta. Los trabajos han sido elaborados sobre la base de la mejor información científica disponible y pueden ser actualizados a medida que esta evolucione.

Escrito por tres miembros del Departamento de Análisis y Desarrollo de ISGlobal: Gonzalo Fanjul, director de Análisis de Políticas; Leire Pajín, directora de Desarrollo Global; y Virginia Rodríguez, técnica de incidencia política, la publicación aborda el papel que puede jugar la Cooperación Española en la respuesta a la pandemia actual y en la prevención de crisis futuras.

La expansión global del virus SARS-CoV-2 ha desencadenado un impacto sanitario y económico que no tiene precedentes recientes y que pone a prueba las costuras del sistema global de protección, gobernanza y seguridad humana. El balance final de este proceso está por escribir, pero algunas de sus lecciones empiezan a mostrarse con claridad. La primera de ellas es que, más que nunca, el bienestar y la protección propias dependen de las ajenas. La segunda es que esta dependencia mutua refuerza la importancia de las respuestas concertadas y la ayuda internacional, convirtiendo la salud global en un componente estratégico de la seguridad nacional de cada país y en una inversión antes que un gasto. Estas lecciones están perfectamente alineadas con la lógica y la hoja de ruta establecidas en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

Pocas herramientas serán más útiles a este propósito que la cooperación internacional para el desarrollo, un mecanismo modesto de redistribución global de la riqueza, pero con un potencial fabuloso para la innovación, la consolidación de buenas prácticas y el apalancamiento de otras fuentes de financiación. En el contexto de la respuesta a la COVID-19 y, muy especialmente, de la prevención de pandemias futuras, las políticas de ayuda al desarrollo pueden jugar un papel estratégico en la detección precoz de amenazas, la generación de respuestas rápidas y de alto impacto, la intervención concertada de actores públicos y privados, y la dotación presupuestaria de todo el proceso. Para ello será necesario reconsiderar algunos de los supuestos con los que hemos trabajado hasta ahora y promover reformas que adapten el sistema de cooperación al nuevo contexto. Esta transformación ha empezado ya, y de forma acelerada, en el campo de la salud global. España tiene la capacidad y la responsabilidad de jugar un papel relevante en este proceso.

Antes del inicio de la crisis provocada por la pandemia de la COVID-19, el Gobierno de España ya había expresado algunas de las líneas maestras de su acción exterior: el refuerzo del multilateralismo, la centralidad de la política de cooperación y humanitaria como proyección global del compromiso con la Agenda 2030, y el retorno a un papel de liderazgo a la altura de sus contribuciones científicas y económicas en el ámbito de la salud global. La emergencia de esta crisis –en la que nuestro país ha sido uno de los más golpeados y de forma más temprana– no ha hecho sino apuntalar esta lógica. No hay estrategias individuales de salida para los Estados, y así lo ha manifestado el presidente del gobierno en diferentes ocasiones recientes. 

La nueva Cooperación Española debe reforzar los objetivos de solidaridad declarados en el pasado, pero no quedarse ahí. Es hora de imbricar esta política en un plan multilateral de bienestar y seguridad colectivas que contrapongan la cooperación y los bienes públicos globales al aislacionismo y la unilateralidad que defienden algunas potencias. 

España –como la Unión Europea– dibuja un modelo de prosperidad compartida alineado con la Agenda 2030, pero ni sus políticas ni sus presupuestos están todavía a la altura de esta retórica. La respuesta de España a la crisis internacional del coronavirus debe convertirse en una palanca para reformar la cooperación oficial y adaptarla a las necesidades y oportunidades del nuevo contexto.

Las siguientes son las recomendaciones de ISGlobal en este sentido:

Sobre la respuesta inmediata a la COVID-19

  1. La Cooperación Española debería estar alineada y contribuir de manera leal al plan estratégico de la OMS, la respuesta humanitaria de la ONU y otras iniciativas multilaterales relevantes. En concreto: la participación en las iniciativas multilaterales de respuesta humanitaria y alivio de la deuda externa; el fortalecimiento de los sistemas de salud; y el apoyo a los países en sus estrategias de respuesta a la crisis y desescalada, trabajando de manera activa para que esta no se produzca a costa de otras prioridades en salud y garantice un enfoque de género.
  2. En el ámbito bilateral, España debería compartir con sus países socios el conocimiento adquirido durante la respuesta a la pandemia, así como movilizar los recursos sanitarios disponibles. Con ello se irán generando plataformas de intercambio de conocimiento útiles para todos. 
  3. España tiene la responsabilidad de apoyar de manera decidida el desarrollo de diagnósticos, tratamientos y vacunas contra la COVID-19, asegurando que sea accesible y asequible para todas las poblaciones. Este apoyo debe hacerse explícito en las deliberaciones de la Unión Europea y los foros de refinanciación de los diferentes organismos, así como en las discusiones del G20 desde hoy y hasta su reunión del mes de noviembre. 
  4. Nuestro país tiene la oportunidad de convertirse en un valedor de los intereses de los países de rentas medias en la estrategia global de respuesta y en el debate sobre el acceso a tratamientos y vacunas. Esto supone vigilar de manera particular la aprobación de mecanismos que garanticen precios accesibles en aquellas regiones, como América Latina, excluidas en su mayoría de los programas de distribución de vacunas de GAVI. 

    Sobre las políticas de salud global

  5. España necesita definir y promover una Estrategia de Salud Global liderada por la ayuda al desarrollo, pero en combinación con otras políticas. Sobre la base de la hoja de ruta establecida en la Agenda 2030, esta estrategia debe incorporar objetivos y estrategias en cada una de las seis áreas prioritarias definidas en la sección 2 de esta nota.
  6. La Cooperación Española debería contribuir a sostener los planes de refuerzo de los sistemas de salud, así como a fortalecer redes e instrumentos de prevención, detección precoz y respuesta rápida de nuevos brotes infecciosos en las regiones más vulnerables. Este esfuerzo debe incluir el impulso a la Cobertura Universal de Salud y a los mecanismos de vigilancia epidemiológica.
  7. Sería conveniente adaptar los instrumentos y programas de la cooperación, con el objeto de fomentar alianzas multiactor capaces de generar transformaciones innovadoras y de gran impacto, creando así una cultura de colaboración entre actores científicos, académicos, privados, públicos y ONG.