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Un acuerdo de pandemias eficaz no será popular. Y esa no es una mala noticia

22.7.2024
World Bank  Henitsoa Rafalia Madagascar covid testing 2020
Foto: World Bank / Henitsoa Rafalia - Madagascar 2020. Pruebas de COVID-19

En la próxima pandemia, de nada servirá atrincherarse en nuestros países con planes y recursos si cualquier patógeno puede propagarse entre nuestros vecinos.

 

En enero de 2021 se administraron las primeras dosis de la vacuna contra la COVID-19, comenzando una histórica campaña de vacunación que sería el principio del fin de la primera gran pandemia del siglo XXI. Un par de meses después, el 30 de marzo, veinticinco líderes mundiales junto al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, hacían un llamamiento para la creación de un “tratado pandémico internacional”. Quizás previeron que, a pesar de las devastadoras consecuencias que la COVID-19 había tenido y seguiría teniendo durante años, la experiencia de la pandemia no sería suficiente por sí sola para lograr acuerdos amplios que aseguraran la gobernanza y la financiación de los esfuerzos en materia de preparación y respuesta a pandemias.

Ya nadie espera un tratado de pandemias vinculante…

Más de tres años después, las negociaciones sobre el ahora llamado “acuerdo de pandemias” continúan, sin haberse logrado avances significativos. El compromiso tras la 77a Asamblea Mundial de la Salud es cerrar el acuerdo en el plazo de un año. En este tiempo, las expectativas sobre lo que podría suponer un tratado internacional de preparación ante pandemias se han ido templando. Ya nadie espera que se firme un tratado vinculante que cree obligaciones reales para los Estados en materias como la distribución de vacunas o la transferencia de conocimientos. Si somos optimistas, podemos esperar una declaración de intenciones que deje las acciones concretas a la buena voluntad de los líderes políticos del futuro. Los más pesimistas pueden temer que este acuerdo se retrase de nuevo, o incluso que nunca se firme.

Las soluciones en tiempos de pandemia nunca son nacionales, y nadie estará a salvo hasta que todos lo estemos

La ventana de oportunidad que abrió la pandemia se está cerrando. A pesar de los logros de estos años, como la creación del Fondo de Pandemias, no existen suficientes mecanismos sostenibles y vinculantes que aseguren la gobernanza y la financiación de los esfuerzos en preparación y respuesta a pandemias. Debemos actuar urgentemente, creando acuerdos amplios entre diferentes actores a todos los niveles. Para contribuir a este esfuerzo, ISGlobal, la Embajada de España en los EE.UU. y el Center for Global Development (CGD) organizaron el pasado 14 de mayo el seminario “From Negotiation to Action: Strengthening Governance of and Building Financing for Pandemic Preparedness and Response”, un evento que reunió a expertos y profesionales de alto nivel para discutir la gobernanza y el financiamiento de las iniciativas de preparación y respuesta ante pandemias.

Todo el mundo quiere coordinar. Nadie quiere ser coordinado

… pero nadie quiere repetir la experiencia de la COVID-19

Durante el evento, el ambiente fue de cauto optimismo. Todos los actores presentes, desde la Unión Europea hasta el Gobierno estadounidense, pasando por el Banco Mundial y el Gobierno español, recalcaron su compromiso con la gobernanza y financiación de la preparación y respuesta a pandemias. Esta dinámica refleja bien el panorama internacional: todos queremos mejorar nuestra capacidad de preparación ante pandemias. Nadie quiere repetir la experiencia de la COVID-19. Hay, por ahora, voluntad política y fondos, por cierto, bastante rentables si tenemos en cuenta que por cada dólar invertido por el Pandemic Fund, los países receptores logran recaudar seis más. ¿Cuál es el obstáculo, entonces, para alcanzar acuerdos efectivos? Aunque existen muchos factores en juego. Ciro Ugarte, director del Departamento de Preparación para Emergencias y Reducción de Desastres de la Organización Panamericana de la Salud, ofrecía durante el seminario una explicación sintética a esta aparente contradicción, refiriéndose específicamente a por qué no existen mecanismos eficaces de coordinación internacional en preparación y respuesta a pandemias: “Todo el mundo quiere coordinar. Nadie quiere ser coordinado”. Todos los países quieren dictar las normas en tiempos de pandemia. No podemos olvidar que durante la pandemia de COVID-19 los países más poderosos acapararon recursos y dictaron las políticas internacionales de preparación y respuesta a pandemias. Prestarse a “ser coordinados” y acatar normas comunes y equitativas no es una decisión fácil ni popular, porque expone a estos países a una pérdida de autonomía y poder para velar directamente por la salud de su población. Nos podemos preguntar hasta qué punto esta reticencia es ética, pero debemos estar de acuerdo en que no es práctica. Las soluciones en tiempos de pandemia nunca son nacionales, y nadie estará a salvo hasta que todos lo estemos.

Es hora de prestar atención a la evidencia científica y a la experiencia de la pandemia y tomar decisiones difíciles. Aunque no nos guste

Cuando venga la nueva pandemia (y, no nos engañemos, vendrá), de nada servirá atrincherarse en nuestros países repletos de planes y de recursos si cualquier patógeno puede campar a sus anchas entre nuestros vecinos. Es hora de prestar atención a la evidencia científica y a la experiencia de la pandemia y tomar decisiones difíciles. Aunque no nos guste.