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Somos el fracaso necesario

30.5.2024
Chagas Ana Ferreira
Foto: Ana Ferreira

Hay que revindicar las metas idealistas, aunque sepamos que no llegaremos a cumplirlas. Si no fuera por ellas, no habría avances moderados.

 

Hace muchos años que no sé de ella, pero recuerdo bien esta pregunta que le hice:

-Oye, pero ¿de verdad tú te metes todos los días en ese laboratorio y te zambulles horas y horas en la pantalla y el microscopio a sabiendas de que no lo vas a encontrar nunca?

-Hombre, “¡nunca, nunca! Nunca se sabe”. Pero sé que nuestra línea de investigación no va a buen puerto. No es la correcta.

Ella era una amiga que investigaba tratamientos para enfermedades desatendidas. Su centro gozaba del financiamiento para el proyecto de su equipo, pero a medio camino se dio cuenta de que iban en la dirección equivocada. Tenían que decidir entre continuar la investigación o tirar por la borda el trabajo y los fondos. Optaron por lo primero con el objetivo de publicar los trabajos que detallasen por qué fracasaron, lo cual supondría muchos meses y algunos años más. Un detalle a tener en cuenta es que mi amiga cobraba un sueldo precario (nada raro en el sector, pero valga la aclaración).

 

Foto: Ana Ferreira
 

Pensé que alguien que dedica parte de su vida a lo que sabe de antemano que no va a encontrar, debe tener un cierto grado de obsesión y de locura. Pero en ciencia hay cosas que no se entienden de la misma manera que en la vida cotidiana. Y, de hecho, ella me lo explicó de esta manera.

-Ok. Lo que hacemos va a fracasar seguramente. Pero somos el fracaso necesario.

Eso me ayudó a entender que, si la ciencia avanza al paso de las evidencias, estas suelen ser más las evidencias de los fracasos que las de los aciertos. Muchas veces, a los hallazgos se llega por un cúmulo de errores, o gracias a ellos. Mi amiga parecía totalmente orgullosa de saberse partícipe, junto a su equipo, de una historia continuada de fracasos fundamentales.

Su actitud no era conformista, sino más bien la de una persona realista y pragmática. Otra información adicional es que tenía un toque friki de humor negro. Aun así, hay que tener en el fondo algo más profundo para dedicar tantos de tus días y tus horas laborables y hasta de tus sueños a lo que no verás nunca realizarse.

Esa “mística” que orienta a científicas y científicos creo que es mucho más poderosa que el ego de los papers en revistas de alto percentil o los codazos por ser primeras o últimas firmas. Mucho menos cuantificable, pero más evidente que algunas pruebas materiales.

Esa “mística” que orienta a científicas y científicos creo que es mucho más poderosa que el ego de los papers en revistas de alto percentil o los codazos por ser primeras o últimas firmas.

Me acordé de ella ahora, en los días previos a la Asamblea Mundial de la Salud, cuando se ha publicado el informe sobre los avances en la Hoja de Ruta para la Eliminación de las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD) en 2030. Ello responde al objetivo 3.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) sobre la eliminación de las pandemias por ETD. Recordemos que 1.000 millones de personas padecen alguna ETD en el mundo. Solo de mordeduras de serpiente, de rabia y de dengue mueren 200.000 personas al año, por mencionar algunas de las más de 20 ETD.

 


Foto: Ana Ferreira

¿Cómo se miden los avances que hacen los países en las ETD?

Recordemos que la Hoja de Ruta se mide según tres tipos de objetivos o metas: globales, transversales y específicas de cada enfermedad. Los tres objetivos se basan, a su vez, en tres pilares fundamentales: acelerar la acción programática con la consiguiente reducción esperada de carga de enfermedad, discapacidad, etc.; intensificar el enfoque transversal, con una mejor coordinación de los sistemas de salud y sus servicios; y el cambio de los modelos de trabajo actuales para que permitan una mayor apropiación e implicación de los países afectados, lo que incluye una toma de decisiones y de búsqueda de financiación más horizontal. Es decir, que los países dediquen también sus propios recursos a estas dolencias.

En realidad, avances no hay muchos, aunque la redacción de estos informes siempre contenga un tono de redacción optimista.

En realidad, avances no hay muchos, aunque la redacción de estos informes siempre contenga un tono de redacción optimista. Hay que tener en cuenta que la Hoja de Ruta se aprobó en 2021 y se está midiendo hasta el año 2023. Lo más destacable es que hasta ahora 50 países han eliminado al menos una ETD, que es la mitad del objetivo para 2030, cuando se espera que sean 100 países.

En 2030 se espera que se reduzca en un 75% el impacto en los años de vida ajustados en función de la discapacidad generada por una enfermedad desatendida (los famosos DALYs por sus siglas en inglés). Sin embargo, el informe solo rescata una información ya anticuada y pobre, referente a una reducción de solo el 10% en un periodo comprendido entre 2010 y 2024.

 


Foto: Ana Ferreira

Pero hay un problema

El problema de esta Hoja de Ruta es que fue diseñada antes de la pandemia de la COVID-19, con indicadores y horizontes que, en aquel entonces, parecían alcanzables. Pero los sistemas de salud más frágiles, y hasta los menos, tuvieron que dedicar ingentes cantidades de recursos económicos y humanos que debilitaron y atrasaron en años los planes de algunos programas dedicados a las enfermedades desatendidas.

El problema de esta Hoja de Ruta es que fue diseñada antes de la pandemia de la COVID-19, con indicadores y horizontes que, en aquel entonces, parecían alcanzables

Sin embargo y hasta donde puedo conocer, una vez superada la pandemia, se ha retomado la Hoja de Ruta con los mismos indicadores programados con anterioridad. El sentido común sugiere que se deberían revisar los indicadores a la baja. Pero reelaborar la hoja de ruta supondría una nueva inversión que no estoy seguro que la Organización Mundial de la Salud (OMS) quiera o deba hacer. Y los países suelen preferir las palabras y objetivos pretenciosos a pesar de no poder materializarlos.

Si bien hay enfermedades que están muy cerca de su erradicación, como la tripanosomiasis africana (o enfermedad del sueño), otras, como su prima hermana de las Américas (la enfermedad de Chagas), está muy lejos del objetivo de eliminarse como problema de salud pública

Y aquí viene la función de las agendas y objetivos de desarrollo sostenible. La necesidad del objetivo y, por qué no, la irrenunciable meta de un sueño compartido.

Si bien hay enfermedades que están muy cerca de su erradicación, como la tripanosomiasis africana (o enfermedad del sueño), otras, como su prima hermana de las Américas (la enfermedad de Chagas), está muy lejos del objetivo de eliminarse como problema de salud pública.

En Chagas, esa eliminación significa que se interrumpan todas sus formas de transmisión, ya que es difícil erradicar el principal vector transmisor por completo (la chinche o vinchuca que transmite el parásito del Trypanosoma cruzi). Hasta ahora, solo se ha avanzado en uno de los cinco indicadores establecidos, según los datos del informe de la OMS. Se refiere al control vectorial; pero con respecto a ampliación de cobertura de tratamiento y de control de las otras vías de transmisión aún no hay datos para indicar avances concretos. Estamos a nivel “0%”.

 


Foto: Ana Ferreira

¿Debemos renunciar por ello al objetivo 2030?

Lejos de las teorías conspiranoicas que denuestan la agenda 2030, es necesario revindicar las metas, a sabiendas que, en su mayoría, no llegaremos a cumplirlas. ¿Eso nos lleva a la melancolía o la frustración? No lo creo. Más bien pienso que si no fuera por esas metas idealistas no habría avances moderados. Mi amiga investigadora había optado por no permitirse la frustración.

Es necesario revindicar las metas, a sabiendas que, en su mayoría, no llegaremos a cumplirlas. ¿Eso nos lleva a la melancolía o la frustración? No lo creo. Más bien pienso que si no fuera por esas metas idealistas no habría avances moderados

Hace muchos años que no sé de ella, pero me gustaría que supiera que hoy la he recordado, como en los días en que se me desdibuja el horizonte de las cosas que hago, cuando los proyectos no llegan a buen puerto, cuando la vida no me parece justa con el esfuerzo invertido.

Y me acuerdo porque siempre puedo renunciar, quedarme quieto, protestar o esperar a que otros planifiquen mejor. O puedo, como ella, perseverar en el fracaso, teniendo presente que somos piezas del fracaso necesario para seguir caminando.