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Salud global: Es necesario que empecemos a romper moldes

18.10.2013

En 1999, los activistas relacionados con el acceso a medicamentos comenzaron a hablar sobre la falta de investigación y desarrollo en lugar de abordar la enorme carga de enfermedad localizada solo en países de renta baja y media. Tras acuñar el término enfermedades olvidadas, señalaron que a pesar de que la malaria, la enfermedad del sueño y la enfermedad de Chagas mataban a millones de personas al año, el sistema de investigación y desarrollo las tenía olvidadas. Mientras el 90% de las muertes por estas y otras enfermedades sucedía en países de renta baja y media, solo el 10% del fondo global para la investigación se destinaba a atenderlas. Un informe encargado por la OMS propuso la creación de un fondo para la investigación y el desarrollo mediante un acuerdo internacional (Tratado sobre I+D) como un paso importante hacia el incremento de investigación y desarrollo para estas enfermedades que con tanta urgencia se necesitaba. Aun así, catorce años después, ni siquiera se ha desarrollado la idea de un Tratado sobre I+D, y mucho menos se ha llevado a cabo. Las enfermedades olvidadas siguen contando con investigación y fondos insuficientes. ¿Por qué razón? Un puñado de países ricos y poderosos que forman una pequeña minoría de los países gobernantes de la OMS ha dominado el debate sobre el Tratado sobre I+D y se le ha permitido oponerse a la propuesta de forma tajante y constante.

Este ejemplo, solo uno de los muchos en el largo trayecto del acceso a medicamentos, ilustra tres realidades clave del sistema de gobernanza en la salud global hoy día, y las tres ponen en peligro objetivos muy defendidos en cuestión de salud y equidad en todo el mundo. En primer lugar, la agenda de I+D ha puesto al descubierto la falta de participación global para reflejar implicación significativa y de colaboración por parte de la mayoría de actores de la salud global. Entidades tan diversas como organizaciones humanitarias, sociedad civil de base y compañías farmacéuticas tienen su labor a la hora de presionar y conseguir negociaciones entre estados, demostrando el poder y la influencia de cada una de ellas. Aun así, dicha labor sigue siendo informal y carece de transparencia ya sea en el proceso o en el resultado. El resultado es un sistema irresponsable ante sus beneficiarios y que se puede dirigir mediante agendas políticas y económicas en lugar de equidad y justicia social. En segundo lugar, las razones de que el Tratado sobre I+D se encuentre paralizado demuestran hasta qué punto afectan las importantes asimetrías de poder entre los diferentes actores estatales y no estatales. También plantea preguntas, una vez más, sobre el grado de cooptación de la agenda de salud global por intereses empresariales. El papel de las naciones ricas en la paralización del proceso (y su reinicio) y la influencia de la industria farmacéutica a la hora de provocar dichas posturas políticas deja un asunto subyacente para el progreso en el desarrollo de un sistema de I+D para medicina equitativo. Por último, el riesgo de que la agenda de salud global se debilite por la integración del concepto en todas las áreas de la agenda de desarrollo amenaza con reducir la aceptación de la salud global.

El recorrido del Tratado sobre I+D pone de manifiesto que estas tres realidades para una buena gobernanza en salud global no se han conseguido a través del modelo existente. La severidad y tenacidad de los retos en salud global nos obligan a pensar más allá del statu quo. Es necesario que miremos más allá de las obsoletas interpretaciones sobre el modo en que se debería gobernar la salud global y que no nos entretengamos con el sistema existente. En la publicación  número 11 del Laboratorio de Ideas de ISGlobal defiendo la creación de un nuevo marco institucional y normativo que encaje con la realidad de la salud global del mundo actual. Pongo en duda el statu quo de un modelo de gobernanza internacional estadocéntrica del siglo XVII y trato de demostrar su limitada relevancia práctica en un mundo globalizado muy cambiado. Utilizo las nuevas e innovadoras perspectivas de algunas descripciones eruditas de la realidad de gobernanza para proporcionar conocimientos convincentes y esperanzadores sobre cómo una gobernanza global no estadocéntrica, o multicéntrica, para el marco de la salud construida sobre las bases de la equidad y la justicia social podría funcionar en algunos asuntos de salud global actuales.

Nunca resulta fácil poner en duda el statu quo. Sin embargo, la realidad exige que los responsables de formular políticas identifiquen y aborden las razones reales tras el fracaso de la arquitectura para corregir los errores globales. La globalización ha afectado a nuestro mundo de un modo inesperado y fundamental y es el momento de que la gobernanza global lo refleje. Es necesario que reconozcamos los cambios en gobernanza que ya están teniendo lugar y pongamos en duda las estructuras obsoletas como la opción pragmática para cubrir las necesidades desesperadas en salud global en todo el mundo. El documento de ISGlobal es deliberadamente provocador, es un intento de mirar más allá del statu quo y apreciar nuevas maneras de actuar que, hoy día, ya están apareciendo de un modo esporádico. UNITAID, DNDi y el Fondo Global muestran elementos de un enfoque multicéntrico para la gobernanza mundial en salud y todos están teniendo efectos variados y de mejora en los resultados de salud global sobre el terreno.

La cuestión ahora es cómo crear el impulso para conseguir un enfoque más sistemático con el fin de incorporar principios multicéntricos en todo el sistema de salud global. Para abordar las necesidades de salud global, es necesario que empecemos a romper moldes.

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A Non-State Centric Governance Framework for Global Health