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París, más verde

28.12.2021
CafeMartinMovilOK
Foto: Y. Moya-Angeler - Tramo peatonal entre la calle Orfila y la avenida Gambetta (París)

Es sábado por la tarde y en la coqueta rue des Martyrs, en el distrito IX de París, no circula ni un coche. Las queserías gourmets, las pastelerías y las inmobiliarias que en los últimos años proliferan en esta arteria del sur de Pigalle se preparan para cerrar. Este fue un barrio bohemio y algo sórdido, pero ahora exhibe un gusto exquisito. De las terrazas de los bares, que han pasado a ocupar parte de las aceras y la calzada, va subiendo el murmullo desenfadado de una clientela joven que disfruta del verano. Solo una bicicleta, comandada por un anciano con gorra y mascarilla, desciende la calle en dirección a los grandes bulevares.

La rue des Martyrs ha cambiado. No es solo que se ha refinado: su estrecha calzada reverdece ahora con jardineras floridas, y todos los sábados y domingos se cierra al tráfico motorizado entre las diez de la mañana y las ocho de la tarde.

El tramo bajo de esta calle de los Mártires es uno de los que se beneficia de la operación Paris Respire, puesta en marcha por el ayuntamiento para ceder las calles a los peatones durante los fines de semana y festivos. En barrios como el Marais, el canal Saint-Martin o Abbesses se prohíbe el paso a automóviles, camiones y motos con un cartel dirigido a los viandantes en el que se puede leer “La rue est à vous” (la calle es vuestra). Desde el 2016 incluso los Campos Elíseos se peatonalizan el primer domingo de cada mes.

 

Calle cerrada al tráfico cerca de una escuela del barrio de Belleville. Dos plazas ajardinadas de la ciudad

 

Todo ello sin contar con que cada mañana un número creciente de bicicletas entra a la ciudad desde el Bois de Vincennes, al este, o el Bois de Boulogne, al oeste, para acercarse al corazón de la capital bordeando el Sena. Lo hacen a lo largo de kilómetros de muelles reservados a peatones y ciclistas, convertidos en el Parc Rives de Seine, con áreas de juego infantiles, zonas de picnic, terrazas, cafés, muros de escalada y pistas de petanca.

En barrios como el Marais, el canal Saint-Martin o Abbesses los fines de semana y festivos se prohíbe el paso a automóviles, camiones y motos con un cartel dirigido a viandantes en el que puede leerse 'La rue est à vous' (La calle es vuestra)

Desplazarse en bici por París ya no es una rareza. Han pasado casi quince años desde que en 2007 se viera circular a los primeros usuarios de Vélib, el servicio público de bicicletas compartidas. Hoy sus abonados son 400.000 y disponen de 20.000 bicis, un 35% de las cuales eléctricas. Además, la alcaldía acaba de anunciar que renueva su Plan Vélo, lo que significa que entre 2021 y 2026 invertirá más de 250 millones de euros en la creación de 180 km de carriles bicis y 180.000 plazas de estacionamiento para bicicletas (se triplicarán las actuales 60.000). El objetivo es tejer una red ciclista lo más completa posible, conectada a la del metro.

 

'Square' (plaza ajardinada) del barrio del Marais

Flores que nacen del gris

Se nota un cambio sensible en la ciudad. Más bicis y patinetes esperando en pelotón en los semáforos. Más plantas y flores creciendo en alcorques, jardineras y macetas. Más especies silvestres abriéndose paso entre el cemento (en 2019 se prohibió el uso de herbicidas tóxicos en la ciudad). En el intersticio de unas escaleras de hormigón en Les Halles se han llegado a ver, rebeldes, unas fresas en flor.

Se nota un cambio sensible en la ciudad. Más bicis y patinetes esperando en pelotón en los semáforos. Más plantas y flores creciendo en alcorques, jardineras y macetas. Más especies silvestres abriéndose paso entre el cemento (en 2019 se prohibió el uso de herbicidas tóxicos en la ciudad)

Paseando por las calles empinadas del barrio popular de Ménilmontant sorprende encontrar jardineras de las que se elevan delicadas amapolas o hibiscos rosas, flores improbables en una gran urbe, plantadas y mantenidas por el vecindario gracias al permiso municipal de la iniciativa Végétalisons Paris. El plan, lanzado en 2015, llega a ofrecer la posibilidad de levantar el asfalto de las aceras para plantar especies vegetales si el proyecto se considera factible y adecuado. Promueve, además, cubrir los muros con plantas trepadorascrear jardines pedagógicos gestionados por asociaciones, así como toda clase de ayudas para reverdecer balcones, azoteas y jardines semiprivados. El objetivo es que la ciudad gane en belleza, frescor y biodiversidad, y también que se favorezcan los lazos sociales y la convivencia mediante proyectos compartidos. “Végétalisons Paris” facilita semillas, bulbos, tierra vegetal y plantas a precios reducidos, además de apoyo mediante una plataforma digital con tutoriales y consejos expertos.

 

Un cartel anima a practicar la jardinería en las calles del barrio de Ménilmontant

 

Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, París se encuentra a la cabeza de las ciudades europeas con mayor mortalidad atribuible a la falta de espacios verdes en el Ranking de Ciudades elaborado recientemente por ISGlobal (posición 17 de 866). Según esta clasificación, el 86% de la población residente en el área metropolitana de París tiene un acceso insuficiente al espacio verde. Si la metrópolis cumpliese la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es decir, si hiciera posible que a menos de 300 metros en línea recta de cada domicilio hubiera un espacio verde de al menos media hectárea, podría evitar hasta 1.918 muertes prematuras al año.

Paseando por las calles empinadas del barrio popular de Ménilmontant sorprende encontrar jardineras de las que se elevan delicadas amapolas o hibiscos rosas, flores improbables en una gran urbe, plantadas y mantenidas por el vecindario gracias al permiso municipal de la iniciativa Végétalisons Paris

Disponer de espacios verdes cerca del lugar de residencia se relaciona con una mayor esperanza de vida, una mejor salud mental y cardiovascular, y una mejor función cognitiva en la infancia, entre otros. Además, estos espacios verdes ayudan a mitigar la contaminación atmosférica, el calor y el ruido, contribuyen al secuestro de CO2 y promueven la práctica del ejercicio y la interacción social.

 

Hotel de insectos y caja nido en la 'square' Alex-Biscarre del distrito IX

Un alto en el ruido y la prisa

En la recoleta square de Alex-Biscarre, no muy lejos de la rue de Martyrs, varias personas leen o meditan alrededor de un parterre de flores desordenadas y alegres, concebido casi como un cuadro impresionista. Las margaritas y rudbeckias tiemblan al aire y una avispa se dirige a su festín de polen. Esto es hoy posible en el centro de una de las ciudades más ajetreadas de Europa. Y lo es por el empuje que recibe la vida en este rincón: todo está dispuesto para invitarla a desarrollarse, se ha instalado incluso una caja nido para el carbonero común y un “hotel de insectos”.

 

Tramo peatonal entre la calle Orfila y la avenida Gambetta

 

También la clientela del café Martin disfruta de la tranquilidad en el tramo peatonal que enlaza la calle Orfila con la avenida Gambetta, muy cerca del cementerio Père Lachaise. Su terraza, como las de los bistrots y restaurantes vecinos, se extiende sobre una calzada pintada con franjas de coloresobra de dos artistas que se inspiraron en la paleta de la señalización callejera clásica (azul, rojo, amarillo y blanco). Son iniciativas que muestran la voluntad del ayuntamiento de París de proponer, cada vez más, silencio y verdor a su ciudadanía.

Casi el 15% de la población de la región parisina de Ile-de-France está potencialmente expuesta, en la fachada de sus hogares, a niveles de ruido que superan los valores límite reglamentarios de tráfico rodado, aéreo y ferroviario. Y si bien la urbe no se encuentra, en el Ranking de ISGlobal, entre las ciudades europeas en las que se estiman más muertes atribuibles a las partículas finas (PM2,5), ya que ocupa la posición 370 de las 858 ciudades estudiadas, la media anual de PM2,5 registrada es de 14,9 μg/m³cuando la actual recomendación de la OMS es no superar los 5 μg/m³.

La capital francesa es, también según este mismo rankingla cuarta con más muertes atribuibles al dióxido de nitrógeno (NO2), un gas tóxico asociado sobre todo al tráfico rodado. La exposición media anual al NOde las personas que residen en el área metropolitana de París es de 39,7 μg/m³, mientras que la recomendación de la OMS se sitúa ahora en los 10 μg/m³. Si cumpliera con esta recomendación, se estima que la ciudad evitaría 2.135 muertes.

Plan climático: París se prepara para el futuro

La alcaldesa de la ciudad desde 2014, la socialista Anne Hidalgo, se muestra decidida a impulsar las políticas medioambientales, de forma parecida a cómo lo hace Ada Colau en Barcelona. La sintonía de ambas en este terreno se hace patente en el intercambio público de elogios a sus proyectos urbanísticos. Tanto París como Barcelona son, además, miembros de la red de ciudades contra la crisis climática C40, de la que Ada Colau acaba de ser elegida líder europea.

 

 

En 2018, Hidalgo renovó el Plan Climat de Paris para conseguir una ciudad “neutra en carbono, 100% basada en energías renovables, y resistente, justa e inclusiva”, con la vista puesta en 2030. El plan es ambicioso y prevé centenares de acciones para enfrentar el cambio climático, entre ellas la prohibición de que circulen los vehículos diésel a partir de 2024. De momento, el camino empieza a andarse con gestos todavía tímidos, y sujetos a la continuidad del actual gobierno municipal. Pero ya se dejan notar y un paseo por la ciudad revela que a la naturaleza se le permite aquí recuperar parte de su terreno y que la línea actual de reordenación del espacio público propone a la ciudadanía un estilo de vida más saludable: invita a ir a pie o en bicicleta, haciendo ejercicio, o a relacionarse con otras personas, además de reducir la contaminación del aire, el ruido y el calor. Se dice que las ciudades están llamadas a liderar el cambio hacia formas de vida más sostenibles y saludables. París parece haber tomado nota y, por lo pronto, resulta ya más agradable y respetuosa con la vida.