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Paraguay-Chagas: nace un equipo plural para ganar un partido centenario

14.4.2023
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Foto: Aleix Cabrera - Un grupo de niños y niñas de la comunidad Tres Palmas, situada en el Chaco paraguayo.

¿Te imaginas un partido que se disputara durante más de cien años? ¿Que los más de 400.000 kilómetros cuadrados de Paraguay constituyeran uno de los terrenos de juego? ¿Y que una de las claves del éxito fuera contar con un equipo humano de lo más diverso, que incluyera tanto a la administración y profesionales de la salud como a un grupo de titiriteros y la misma ciudadanía? El rival a vencer es la enfermedad de Chagas y la historia gráfica que sigue es sólo un ejemplo más de los esfuerzos para combatirla.

El Chaco: campo de batalla

Dejamos atrás el aeropuerto Silvio Pettirossi, en Asunción, y ponemos rumbo al que fuera escenario de una de las guerras más mortíferas de América Latina en el siglo XX —en el Chaco, región occidental del Paraguay, se libran hoy otras batallas. Los contrincantes llevan nombre de enfermedades endémicas, a veces olvidadas, que obstaculizan los avances en salud y bienestar de su gente —el 2% de la población total del país.

A bordo de la pick up de Jorge, nuestro experimentado conductor, recorremos 440 kilómetros por tierras más bien secas y arcillosas, plagadas de verdes palmares y matorrales, y salpicados ocasionalmente de algarrobillos, toboroches y contadas lagunas y riachuelos. En las extensas haciendas de ambos flancos, pasta impasible el ganado bovino, corretean algunos ñandúes y planea con alas extendidas e inmóviles un carancho.

Seis horas más tarde alcanzamos Loma Plata, que va a ser nuestro centro de operaciones durante cinco días. Desde aquí nos desplazaremos por los departamentos de Presidente Hayes y Boquerón, y abriremos un nuevo capítulo del proyecto "Fortalecimiento del Ministerio de Salud de Paraguay en la lucha global contra la enfermedad de Chagas mediante la conformación de una red de atención protocolizada de centros del Sistema Nacional de Salud". Se trata de un proyecto colaborativo para mejorar la asistencia sanitaria en el Paraguay, haciendo hincapié en la enfermedad de Chagas. Lo impulsan ISGlobal y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en colaboración con el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social del Paraguay, del que forma parte el Servicio Nacional de Erradicación del Paludismo (SENEPA), y cuenta con la participación de la población.

El Chagas: cien años de olvido

Aun habiéndose identificado en momias de hace 9.000 años ADN del protozoo Trypanosoma cruzi, causante de la enfermedad, el primer caso de Chagas en humanos se notificó hace algo más de cien años. Fue en 1909, cuando Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas halló tripanosomas en la sangre de una niña de dos años llamada Berenice. Algo antes ya había logrado asociar el parásito con la enfermedad en animales inoculados, e identificado al vector, conocido como vinchuca, chinche besucona, chirimacha o chichã guasú.

Aunque no pudo explicar el ciclo del parásito, el Dr. Chagas sí estudió la cardiopatía, trabajó sobre la prevención de la infección y señaló la necesidad de actuar sobre el vector y la mala calidad de la vivienda.

“Es un problema de vinchucas, que invaden y viven en habitaciones de mala factura, sucias, con habitantes ignorados, mal nutridos, pobres y envilecidos, sin esperanza ni horizonte social y que se resisten a colaborar”, le decía a Salvador Mazza, chagólogo argentino, en una de sus cartas.

El Chagas se encuentra entre las 20 enfermedades tropicales desatendidas u olvidadas y, según la OMS, en el mundo hay entre 6 y 7 millones de personas infectadas por T. cruzi, la mayoría en América Latina. Con los conocimientos y los medios actuales, ¿no tenemos la capacidad de cambiar esta fotografía en blanco y negro? Sólo es cuestión de voluntad y compromiso.

Comunidades implicadas para mejorar la salud

Hallar la complicidad de la ciudadanía es fundamental para el éxito de una estrategia sanitaria que incluye tanto la vigilancia del vector como el acceso al diagnóstico y al tratamiento para controlar la enfermedad. Y construir esa complicidad es precisamente uno de los objetivos de los talleres que llevamos a cabo en las comunidades de Casanillo Centro, Campo Aroma, Capiatá, San Rafael y Tres Palmas, sin dejar de lado la capacitación de profesionales, la investigación participativa y las mejoras en equipamientos y atención sanitaria.

“Mba’eichapá. Che réra Aleix” (¿Cómo estáis? Soy Aleix). Mi guaraní de carretera, limitado a este humilde saludo, levanta más de una carcajada. Al parecer, la entonación debe ser afirmativa y no interrogativa, me indican. Así nos vamos presentando todos en cada una de las comunidades. Luego, agradecemos su colaboración y dejamos bien claro que venimos a escucharles y a tomar nota: queremos saber cuáles son sus principales preocupaciones en materia de salud y cúales creen que podrían ser las soluciones.

De todas las respuestas registradas en las cinco localidades, cabe señalar las que más se repiten o las que no deberíamos aceptar a día de hoy. Por ejemplo, la escasez de alimentos, la falta de un vehículo para transportar pacientes y medicamentos, la necesidad de más promotores de salud, o la poca información sanitaria. En este último punto, la misma comunidad sugiere el papel que podría desempeñar la radio local en la transmisión del conocimiento —mensajes que deberían emitirse, coincidimos, en castellano, guaraní y tobamascoi, según la localidad.

Leonardo de la Torre, sociólogo, comunicador y asistente de investigación en ISGlobal, abre y anima la discusión con preguntas y explicaciones, cede la palabra y toma nota al detalle.

Los mejores momentos del proceso han sido aquellos en los que hemos llegado a ser más o menos invisibles, cuando hemos pasado a ser meros articuladores de momento de diálogo y encuentro entre diversos actores locales”, destaca.

En cuanto al Chagas, la mayoría sabe del vector y la enfermedad, aunque no siempre de sus posibles afectaciones. También muestran dudas y reticencias acerca del diagnóstico y el tratamiento —fundamentales para conocer la incidencia real de la infección y avanzar en la eliminación del parásito.

Elizabeth Posada, antropóloga social y asistente de investigación en ISGlobal, escudriña cada una de las intervenciones para identificar personas clave de la comunidad y dar visibilidad a sus conocimientos, experiencia y formas de hacer.

“Lo verdaderamente importante es fortalecer el trabajo incalculable de profesionales como Valeria [enfermera de la USF Conactomololac] y sus promotoras de salud, porque ellas pueden marcar un cambio; hay que poner en valor lo que ya están haciendo, el conocimiento que tienen”, afirma.

Benicia Almeida, ingeniera en Ecología Humana y especialista en Desarollo Territorial, anota, organiza y relaciona todos los datos que van surgiendo a lo largo de los cinco talleres. Al final, toda la información recabada ayudará a definir estrategias e implementar acciones futuras.

¡Se abre el telón y aparece la vinchuca!

Paralelamente, un equipo del departamento de Movilización Social y Participación Comunitaria del SENEPA realiza un taller lúdico sobre el Chagas, el vector y el tratamiento de la enfermedad. No faltan brincos, música y risas, muchas risas. Los más pequeños aprenden, sin darse cuenta, cantando, jugando al descanso —así se conoce la rayuela en Paraguay— y prestando suma atención a los títeres del SENEPA. ¡Cuán importante es adaptar lenguaje y canal para que tu público reciba el mensaje!

Afuera algunas mujeres de la comunidad preparan la olla común a base de caldo, carne, pasta de trigo, locote (pimiento), cebolla, tomate y especias. Su aroma se infiltra en sendos talleres, poco antes de que un repiqueteo metálico anuncie que es la hora de comer.

'Triatoma sordida', al contraataque

Equipado con unas pinzas e indudable tesón, Sinforiano Ovelar, entomólogo del SENEPA, inspecciona las cortezas arrugadas de los algarrobillos, cobertizos y gallineros en busca de vinchucas o sus huevos. Este último, dice, es un excelente escondrijo para la Triatoma infestans porque tiene el alimento asegurado.

“Hace unos meses, encontramos unas bien cargadas de parásito [T. cruzi]”, me cuenta mientras aparta ladrillos, pedruscos, tablones de madera y otros bártulos. Gracias a ello, se llevó a cabo un testeo rápido a toda la comunidad, se halló un caso positivo y la persona afectada pudo recibir el tratamiento.

Aunque Paraguay logró interrumpir la transmisión vectorial domiciliaria de T. cruzi, según notificaba la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el 7 de agosto de 2018, Ovelar advierte preocupado que la vinchuca hallada en Casanillo no era Triatoma infestans sino Triatoma sordida. Esta última, explica, no suele estar localizada donde hay alimento sino que, por el contrario, vuela hasta encontrarlo —un patrón de comportamiento que no pueden pasar por alto.

No hay rastro de vinchucas en ninguna de las cinco comunidades que vistamos, a pesar de que algunos residentes aseguran haber visto alguna días atrás.

Finalmente, Valeria González, enfermera de la USF Conamoctololac, se acerca con el trofeo. Halló una chinche en su casa y la metió en una bolsa de plástico, como recomienda el programa de vigilancia comunitaria para que pueda evaluarse su morfología y determinar si contiene el parásito.

Paraguay sube puntos al marcador

Actualmente, la principal vía de transmisión del Chagas en el Paraguay es la vertical o congénita (de madre a hijo). La prevalencia en mujeres embarazadas es del 5% y se estima que unos 400 niños nacen con la infección cada año.

De ahí los esfuerzos del consorcio ChagasLAMP, que coordina ISGlobal, en validar métodos de diagnóstico rápido para detectar Chagas crónico en mujeres embarazadas y Chagas congénito en sus bebés.

Cabe señalar que Paraguay ha reforzado su lucha contra la enfermedad al incorporar las primeras guías de manejo del Chagas en pacientes adultos y una específica para el control de la transmisión congénita y de casos crónicos en población infantil. Además, hace medio año también aprobó una guía estratégica-operativa para la vigilancia entomológica y control vectorial.

A los esfuerzos centrados en la transmisión vertical, la educación, la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y el control del vector, hay que añadir hoy el papel que desempeñan y pueden desempeñar las comunidades en este partido.

“Ante todo, somos un equipo y debemos tocar, detener y pasar el balón, ser rápidos”, subraya Elizabeth Posada. “Ya tenemos los insumos, ahora hay un compromiso: hacer una devolución rápida, para no enfriar a los jugadores”.

Leonardo de la Torre lo tiene claro: “Para ganar el partido necesitamos moral alta, y la moral puede resquebrajarse si fallamos en los compromisos asumidos”.

Mientras pasamos el calor seco a sorbos de tereré helado de una guampa compartida, no puedo dejar de pensar en Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas. Ojalá también él pudiera ver a la gente del Chaco colaborar, ahora sí, en esta lucha centenaria. Sus dudas, temores, aprendizajes y vivencias más íntimas se hacen escuchar en unas estancias tan repletas que la curiosidad de otros debe permanecer al otro lado de puertas y ventanas. Gracias a ellos somos un equipo más diverso, multidisciplinario, que suma conocimientos, capacidades y talentos. ¡Que tiemble el Chagas!

NOTA DEL AUTOR: Este artículo no habría sido posible sin la inestimable colaboración, ayuda y entrega de todas las personas que figuran en él y muchas más que contribuyeron en la preparación del viaje y gestiones varias en el Chaco. Gracias a todos ellos y ellas, y muy especialmente a Elizabeth y a Leo por hacerme sentir en casa.