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Objetivo: dar la oportunidad a todas las mujeres de prevenir el cáncer de cuello uterino

26.11.2021
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Foto: Yogendra Singh / Unsplash

[Este texto ha sido escrito por Silvia de Sanjosé, investigadora asociada de ISGlobal y consultora del National Cancer Institute (NCI) de los Estados Unidos; y Marta del Pino, consultora del Hospital Clínic]

Volábamos de Málaga a Barcelona. El avión estaba lleno de ginecólogos que habían participado en la reunión anual de la Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia (AEPCC) para discutir las novedades sobre cómo prevenir, diagnosticar y tratar el cáncer de cuello uterino. Justo hacía un año que la Organización Mundial de la Salud (OMS) había lanzado una llamada a todos los países del mundo para definir estrategias para eliminar este cáncer a nivel mundial. “Este cáncer”, el que se toma la vida de más de 300.000 mujeres (¡1 cada 30 segundos!) y que se diagnostica a más de 600.000 mujeres cada año. Y, sin embargo, hoy sabemos que prácticamente todos los cánceres de cuello uterino se podrían prevenir y, de hecho, disponemos del conocimiento y las herramientas para hacerlo.

El cáncer de cuello uterino se toma la vida de más de 300.000 mujeres cada año (¡1 cada 30 segundos!) y se diagnostica a más de 600.000 mujeres cada año. Y, sin embargo, hoy sabemos que prácticamente todos estos cánceres se podrían prevenir

Afortunadamente, este cáncer es poco frecuente en la mayoría de los países ricos. Gracias a la posibilidad que tienen las mujeres de realizar revisiones ginecológicas periódicas, se detectan, casi siempre de forma temprana, lesiones del cuello del útero premalignas (o cánceres en estadios iniciales) que se pueden tratar y prevenir. Y a esto se añade la vacunación del virus del papiloma humano (VPH). Hoy sabemos que este virus es la causa de casi la totalidad del cánceres de cuello uterino, pero disponemos de vacunas eficaces que nos previenen de su infección.

En el avión, el grupo de ginecólogos estaba muy animado, durante los días de congreso habían podido escuchar las buenas noticias de las últimas publicaciones científicas, a partir de las que se diseña la estrategia para prevenir este cáncer a nivel mundial. Se apuntó a que los países deberían vacunar el 90% de sus niñas entre 9 y 15 años, realizar una prueba de VPH con muestras cérvico-vaginal en al menos el 70% de las mujeres entre 35 y 45 años y asegurar que el 90% de las mujeres que necesiten tratamiento lo puedan conseguir. Estos objetivos deberían de acometerse en todos los países en el año 2030.

Campaña de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Este plan tan ambicioso podría llegar a conseguir que esta enfermedad, que ha encabezado la lista de las primeras causas de muerte por cáncer en mujeres durante años, prácticamente desaparezca en los próximos 75 años. Nos parece que estos objetivos son difíciles de conseguir a nivel mundial, pero creemos que en España no solo estamos muy cerca de conseguir estos objetivos sino que además observamos como este cáncer es cada vez menos frecuente gracias principalmente a una concienciación de la importancia de la prevención. A pesar de algunos problemas al inicio, la vacunación de VPH en España está bien arraigada y esperamos muy pronto ver resultados en la disminución del cáncer de cuello uterino. Además, la mayoría de mujeres reconocen la importancia del cribado ginecológico.

En España, observamos como este cáncer es cada vez menos frecuente gracias principalmente a una concienciación de la importancia de la prevención

Una enfermedad que castiga a las más pobres

Sin embargo, tenemos dos problemas importantes para resolver. El primero es que todo el conocimiento que hemos adquirido debería poder llegar a todas las mujeres independientemente del país en el que vive. Desafortunadamente esto no es así. Una mujer en España tiene acceso a una sanidad pública que le ofrece la posibilidad de un diagnóstico precoz y un tratamiento eficaz, si es necesario, sin un coste económico. Por contra, una mujer que resida en un país subsahariano, por poner un ejemplo, muy probablemente tendrá que pagar por una vista, prueba o tratamiento una cantidad de dinero inasumible para la mayoría de ellas. Y esto por no hablar de las dificultades de acceso y de la falta de información de la que disponen. Estamos frente a una enfermedad que es prevenible, pero con un comportamiento desigual que castiga a las más pobres.

Estamos frente a una enfermedad que es prevenible, pero con un comportamiento desigual que castiga a las más pobres

El segundo problema es que la manera que tenemos de diagnosticar tempranamente la enfermedad se ha ido modificando a lo largo de los años. A mediados del siglo pasado se empezó a utilizar la famosa prueba de Papanicolau (o Pap o citología). Para ello, se obtenía una muestra del cuello uterino y, tras una lectura al microscopio, se identificaban las células anormales, si las había. La citología ha permitido reducir el cáncer de cuello uterino, y disminuir su mortalidad. De hecho, esta prueba sigue siendo vigente en la mayoría de países.

Sin embargo, en los últimos años, la citología está siendo sustituida por técnicas moleculares más sensibles, robustas y seguras, que identifican cambios en las células antes de que estas sean aparentes en el microscopio. En los últimos 20 años, han aparecido en el mercado una gran cantidad de técnicas con este objetivo. Algunas detectan el virus del papiloma, otras detectan alteraciones moleculares producidas por la presencia de este virus. En suma, la oferta de pruebas y de combinación de las mismas es ampli, tanto que lleva a veces a confusión.

Campaña de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las mejores pruebas para el diagnóstico precoz

Las autoras de este texto hemos participado en una publicación en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine que resume la evidencia científica sobre qué pruebas son más útiles para el diagnóstico precoz de las lesiones premalignas de cuello uterino. Uno de los aspectos más relevantes de este trabajo es que ha reunido a personas científicas e investigadoras de todo el mundo que durante meses hemos trabajado en grupos evaluando, discutiendo y consensuando el valor y la calidad de cada trabajo publicado relacionado con la detección precoz de lesiones cervicales precancerosas. Tantas horas de trabajo para resumir años de esfuerzo de muchos investigadores compensan, sin duda, si nos permite avanzar en la prevención del cancer. Y, más todavía, si nos permiten avanzar en la eliminación de “este cáncer”.

Las autoras de este texto hemos participado en una publicación en la prestigiosa revista 'New England Journal of Medicine' que resume la evidencia científica sobre qué pruebas son más útiles para el diagnóstico precoz de las lesiones premalignas de cuello uterino

Una joven ginecóloga asistente a nuestra reunión de la AECCP le sorprendió escuchar por primera vez la desigualdad que hay en el mundo en la prevención del cáncer de cuello uterino. Nos preguntó cómo estos trabajos podían ayudar a reducir esta desigualdad. Nuestra respuesta fue que, la nueva visión de la OMS, en parte recogida en nuestra publicación, y que ha sido aprobada por unanimidad por los países miembros, obliga a un cambio de actuación y a un compromiso global, algo nunca visto hasta ahora.

Los gobiernos deberán buscar la manera de mejorar esta prevención; las y los científicos tendremos que continuar nuestra búsqueda de soluciones prácticas y sostenibles; y el sistema sanitario deberá encontrar estrategias para no dejar ninguna mujer rezagada en el camino de la prevención del cáncer de cuello uterino. Porque el objetivo no es solo llegar a la eliminación. El objetivo es hacerlo sin dejar ninguna mujer atrás. Pero como dijo Nelson Mandela, siempre parece imposible… hasta que uno lo logra.

Y nos gustaría terminar con una imagen final. El 17 de noviembre se celebró el primer aniversario de esta carrera hacia la eliminación y muchos países iluminaron edificios públicos en celebración de estos esfuerzos, dando luz a lo que hasta hace poco era una utopía pero que mañana puede ser una realidad.