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Malaria: el canario en la mina de la salud global

25.4.2025
Malaria Day 2025
Foto: OMS - Personal del CISM (Centro de Investigación en Salud de Manhiça, Mozambique).

Los recortes en la financiación global amenazan el progreso en la lucha contra la malaria. ¿Cómo afectará esto a los países más vulnerables?

 

Cuando logramos avances significativos, es fundamental aprovechar las lecciones aprendidas para construir estrategias más efectivas de cara al futuro, y medir el verdadero impacto de nuestros esfuerzos. El Día Mundial de la Malaria invita a hacer una pausa, reflexionar sobre los avances conseguidos y afrontar los desafíos que aún nos esperan.

Por primera vez en 25 años, estamos llamados no solo a celebrar hitos —como el hecho de que nuevos países hayan conseguido eliminar la malaria o como la tan esperada introducción de las vacunas— sino también a afrontar un panorama financiero cambiante. Hoy en día, los países afectados ya están asumiendo aproximadamente el 33% de los costes de los programas. El impacto de dos décadas de inversiones de EE. UU. es medible, no solo en vidas salvadas sino también, según se ha estimado, en 90 mil millones de dólares de incremento del PIB durante el periodo de la inversión.

Un cambio tectónico en la financiación de la salud global

Sin embargo, ya hay señales de que algo no va bien. Estamos siendo testigos de las primeras señales de un cambio fundamental en el modelo de financiación global para la salud. Después de 25 años de colaboración internacional exitosa —mediante mecanismos como Gavi, el Fondo Global, la ayuda bilateral y la filantropía global— 2024 ha marcado un retroceso. La asistencia al desarrollo a los países ha disminuido en al menos 10 mil millones de dólares.

Después de 25 años de colaboración internacional exitosa, el 2024 ha marcado un retroceso. La asistencia al desarrollo a los países ha disminuido en al menos 10 mil millones de dólares

Esta disminución está impulsada por numerosas fuerzas: guerras, el cambio climático, la migración y crecientes desafíos nacionales en los países donantes. Es importante señalar que el esfuerzo global contra la malaria nunca ha estado completamente financiado: solo ha recibido aproximadamente la mitad de los 8 mil millones de dólares que se necesitan al año.

Las señales de alerta ya están aquí

La malaria ha sido una de las primeras enfermedades en sentir los efectos del cambio. Ya en 2017, la comunidad de la salud global comenzó a notar que el progreso se detenía. La enfermedad ha enfrentado desde entonces nuevas amenazas biológicas, desde la resistencia a las herramientas existentes hasta la aparición de nuevas especies de mosquitos y variantes de la malaria.

La situación ha empeorado, ya que los países más ricos ahora amenazan con nuevos recortes a la financiación. Trágicamente, esto ocurre en un momento en que herramientas nuevas y prometedoras como las vacunas contra la malaria están listas para ser desplegadas. Mientras tanto, muchos países fuera de África están a punto de eliminar la malaria o ya han sido certificados como libres de malaria.

Las recientes órdenes de “suspensión” de los EE. UU. ahora amenazan con desmantelar componentes vitales de los programas contra la malaria que dependen del apoyo externo, desde la vigilancia hasta la adquisición e implementación.

Daños colaterales en un paisaje cambiante

Los esfuerzos contra la malaria y la inmunización están atrapados en el fuego cruzado no porque hayan sido directamente un objetivo, sino como daños colaterales en una reconfiguración más amplia de las prioridades de salud global. Las consecuencias serán rápidas y devastadoras.

La malaria es, en muchos sentidos, el canario en la mina de carbón de la salud global. Su evolución ofrece una alerta temprana de cómo los cambios en la financiación se reflejan en los sistemas de salud

El control de la malaria depende de nuestra capacidad para prevenir infecciones (a través del control de vectores y las vacunas) y tratar los casos (con diagnósticos y medicamentos efectivos). Cualquier ruptura en estos sistemas puede llevar rápidamente a epidemias y a un aumento de la mortalidad, especialmente entre la población infantil en África. Un solo año de interrupción de los programas contra la malaria puede revertir años de progreso.

La malaria es, en muchos sentidos, el canario en la mina de carbón de la salud global. Su evolución ofrece una alerta temprana de cómo los cambios en la financiación se reflejan en los sistemas de salud.

Momento de tomar decisiones difíciles

Lo que enfrentamos ahora exige una acción urgente y ágil. Los países afectados deben priorizar la financiación nacional y tomar decisiones difíciles pero estratégicas para optimizar el uso de los recursos disponibles y asegurar que los programas sigan teniendo un impacto positivo. Pero esta no es una tarea que les corresponda solo a ello.

Ningún donante único, ningún gobierno único puede llenar el vacío. Esto debe ser un esfuerzo compartido a través de la comunidad global.

Como escribió el dramaturgo británico Edward Bond en 1979: “Vivimos en un tiempo de grandes cambios. Es fácil encontrar monstruos: tan fácil como encontrar héroes. Juzgar correctamente lo que es bueno, elegir entre el bien y el mal, eso es todo lo que significa ser humano.”

En este tiempo de cambio, todos somos parte de la decisión. Y en la lucha contra la malaria, el coste de la indecisión se medirá en vidas.