Publicador de contenidos
javax.portlet.title.customblogportlet_WAR_customblogportlet (Blog Health is Global)

Del Caribe al sur de África: Descubrir lo inesperado en Esuatini

04.10.2024
Eswatini

Nabila Mella reflexiona sobre su experiencia en Esuatini (antigua Suazilandia), país surafricano al que llegó como estudiante dominicana de salud global.

 

Al bajarme del autobús de TransMagnific en Mbabane, la capital de Esuatini (antigua Suazilandia), me pregunté si era de las pocas personas dominicanas que visitarían este pequeño y singular país, enclavado entre Sudáfrica y Mozambique. Me encontraba en la última monarquía absoluta del continente africano.

Como dominicana que estudiaba en los Estados Unidos, llegué a Esuatini con ideas preconcebidas formadas por mi origen y mis privilegios. A pesar de toda mi investigación, pronto me di cuenta de que ninguna preparación podía compararse a vivir Esuatini en carne propia.

Llegar a Esuatini fue una odisea

Viajé desde Washington DC a Ámsterdam, y luego tomé otro vuelo de 11 horas hasta Johannesburgo (Sudáfrica). Para ahorrar costes, opté por un autobús de cuatro horas desde el aeropuerto OR Tambo. Al llegar a la frontera, el conductor nos hizo salir del vehículo, pasar la aduana sudafricana y caminar hasta la de Esuatini.

Cuando llegué, me di cuenta de que casi todos en Esuatini desconocían mi país, la República Dominicana (RD), igual que nosotros desconocemos el suyo. Después de haber vivido en RD y en otros países como Estados Unidos y Bélgica, llegar a Esuatini me ofreció la oportunidad de cuestionar mis suposiciones sobre el mundo. Comprendí que clasificar los lugares sólo por su renta no tiene en cuenta la riqueza, la complejidad y la resiliencia de sus comunidades.

Pero, ¿por qué estaba en Esuatini?

Es una pregunta que me hacen a menudo. Antes de irme a Esuatini, estudié un máster en Salud Global. Esuatini, con su elevada prevalencia del VIH/sida (casi el 25% en adultos en 2022), ofrecía un entorno único para estudiar y contribuir a uno de los retos sanitarios que más afectan a la región. Cabe destacar que fue el primer país africano en alcanzar los objetivos 95-95-95 en materia de VIH en 2020.

Viajé a Esuatini en el marco de una asociación universitaria con Pact, socio ejecutor de USAID/PEPFAR, para apoyar su proyecto sobre VIH/sida Insika Ya Kusasa. El objetivo del proyecto era prevenir la transmisión del VIH tanto verticalmente (de madre a hijo) como horizontalmente (entre comunidades). Trabajamos con niñas adolescentes y mujeres jóvenes, muchas de las cuales eran huérfanas cuyos padres habían muerto de sida y que ahora estaban al cuidado de sus abuelas u otros parientes.


 

Pact fortalecía las capacidades de los socios locales (organizaciones suazis) y financiaba sus operaciones. Lo que más me llamó la atención fue que toda la plantilla era suazi. En el ámbito de la salud global, es habitual encontrar a extranjeros en puestos de liderazgo, por lo que ver a expertos locales llevando a cabo una labor tan impactante fue realmente inspirador. Profundizó mi visión de cómo debe funcionar la verdadera colaboración en la salud global.

Además de apoyar a Pact en sus operaciones, hice mi tesis sobre el impacto de la pandemia de COVID-19 en los embarazos de adolescentes en el contexto único de Esuatini. Fue revelador trabajar directamente en un proyecto tan crucial para la salud sexual y reproductiva de niñas y mujeres, y ayudó a mi comprensión de las complejidades que rodean a la salud y el desarrollo globales.

Fuera del trabajo, exploré la impresionante belleza natural de Esuatini haciendo senderismo y safaris (o game drives, como les llaman allá) y disfrutando de su variada flora y fauna, que incluía a las jirafas, mi animal favorito.

Primeras impresiones y sorpresas

A pesar de mis preocupaciones iniciales, nunca me sentí insegura en Esuatini. Caminar por Mbabane me pareció más seguro de lo que esperaba, a diferencia de lo experimentado en Santo Domingo, mi ciudad natal. En mi visión occidental, Esuatini era igual que, por ejemplo, Sudáfrica, donde los crímenes violentos son habituales.

Me sorprendió el frío que hacía en Esuatini durante el invierno del hemisferio sur (mayo-agosto), ya que esperaba un clima más cálido. Las frías mañanas me obligaron a llevar el mismo abrigo que en Washington, DC.

En el ámbito de la salud y el desarrollo globales, es fácil agrupar los lugares en función de su situación geográfica, pero es importante comprender la diversidad y la variedad que podemos encontrar en todo el mundo, especialmente en el continente africano

Aunque mi preocupación inicial por la seguridad se desvaneció rápidamente, me aguardaban otras sorpresas. Una noche, me despertaron unos fuertes golpes en el tejado. Estaba convencida de que era una tormenta, hasta que me asomé por la ventana y vi el cielo despejado. Más tarde, mis colegas se rieron y me dijeron que probablemente eran monos corriendo por el tejado para llegar al aguacatero que había detrás de la casa. Sinceramente, no podía culparles: ¡esos aguacates merecían el esfuerzo!

Esuatini tiene pocos restaurantes, bares u otros lugares para socializar, y la mayoría de los suazis carecen de ingresos para salir a cenar. Sin embargo, me alegré de encontrar a dominicanos. Por casualidad, conocí a una pareja de dominicanos que se había trasladado a Esuatini por motivos de trabajo. Fue maravilloso encontrar una pequeña parte de mi comunidad allí.

Me fui de Esuatini no sólo con buenos recuerdos, sino con un renovado sentido de la responsabilidad de abogar por una verdadera equidad y colaboración. Esta experiencia me sirvió para reflexionar sobre el papel que quiero desempeñar en la salud global y desde qué ángulos puedo contribuir

A medida que fui apreciando el paisaje y la cultura, sentí curiosidad por el siSwati, la lengua local, y la comunicación intergeneracional. Aunque el dominio colonial británico había impuesto el inglés, era interesante observar que muchos suazis jóvenes de las zonas rurales no lo dominaban, a diferencia de las generaciones mayores.

En el ámbito de la salud y el desarrollo globales, es fácil agrupar los lugares en función de su situación geográfica, pero es importante comprender la diversidad y la variedad que podemos encontrar en todo el mundo, especialmente en el continente africano.

Durante mi estancia en Esuatini, cuestioné la falta de estudiantes suazis en el programa de intercambio de mi universidad, lo que puso de relieve la desigualdad en la educación en salud global. Este desequilibrio me hizo reflexionar sobre a qué intereses se estaba sirviendo. A pesar de los esfuerzos de mis compañeros y míos por abordar estas cuestiones y descolonizar el plan de estudios, vimos pocos avances. La verdadera colaboración y el intercambio son esenciales en la salud global; sin ellos, es inútil.

Decir adiós a Esuatini: una partida agridulce

Al concluir mi estancia en Esuatini, reflexioné sobre las amistades que había forjado y las lecciones que había aprendido, no sólo sobre la salud global, sino sobre mí misma. Esta experiencia reconfiguró mi visión de la salud global, recordándome que nuestro trabajo debe ir más allá de las intervenciones superficiales y abordar las desigualdades más profundas arraigadas en el sistema global. Me fui de Esuatini no sólo con buenos recuerdos, sino con un renovado sentido de la responsabilidad de abogar por una verdadera equidad y colaboración. Esta experiencia me sirvió para reflexionar sobre el papel que quiero desempeñar en la salud global y desde qué ángulos puedo contribuir.

Me alegra decir que sigo en contacto con amigos y colegas de allí. Ocupan un lugar muy especial en mi corazón.

Si te interesa visitar el país, te lo recomiendo encarecidamente por su contexto único, su gente afable y su excepcional entorno natural. Y si lo visitas, asegúrate de llegar a los aguacates antes de que los monos lo hagan.

Ngiyabonga Esuatini <3