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  • Mark J Nieuwenhuijsen
    Mark J Nieuwenhuijsen , Research Professor, Director of the Urban Planning, Environment and Health Initiative, and Head of the Climate, Air Pollution, Nature and Urban Health Programme Salud ambiental
  • Cumbre del Clima COP26: Por qué el dinero público no se debería destinar a los coches eléctricos, sino a la planificación urbana

    04.11.2021
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    Foto: Precious Madubuike / Unsplash

    Las inversiones de los gobiernos, las subvenciones y las desgravaciones fiscales no se deberían destinar a los coches eléctricos, sino a una mejor planificación de las ciudades, a nuevos modelos urbanos para afrontar la crisis climática de forma más equitativa, y a una mejora de los entornos urbanos y la salud de la ciudadanía. A pesar de que los coches eléctricos están siendo muy promovidos para luchar contra el cambio climático, estos vehículos siguen generando emisiones de CO2. Estas emisiones son menores, la mayoría provienen de su fabricación y dependen de la energía que se haya utilizado para generar su electricidad. Es cierto que, en comparación con los coches de combustible fósil, los eléctricos tienen diversas ventajas: emiten menos contaminación atmosférica local (pero siguen teniendo emisiones que no son del tuvo de escape), y causan menos ruido (excepto el de los neumáticos).

    A pesar de que los coches eléctricos están siendo muy promovidos para luchar contra el cambio climático, estos vehículos siguen generando emisiones de CO2

    Es importante destacar que un coche eléctrico sigue siendo un coche y utiliza tanto espacio público como un coche de combustible fósil, espacio que podría utilizarse de forma mejor y más saludable. En la actualidad, los coches utilizan una cantidad desproporcionada de espacio público que provoca efectos de isla de calor y que podría aprovecharse mucho mejor. En Barcelona, aunque solo uno de cada cuatro desplazamientos se hace en coche, los vehículos a motor ocupan el 60% del espacio público. Además, los atascos ya han vuelto después de la pandemia del COVID-19. Es evidente que tenemos demasiados coches en la carretera. Además, los conductores de automóviles realizan menos actividad física en comparación con los demás usuarios del modo de transporte y causan accidentes y muertes de tráfico. 

    Años de excesiva inversión en infraestructuras de transporte motorizado privado y de escasa inversión en infraestructuras activas y públicas han conducido a la dependencia del coche. El acceso a transporte público ha disminuido en muchas zonas, sobre todo en las periurbanas y rurales, y se ha invertido demasiado poco en, por ejemplo, infraestructuras para el uso de la bicicleta, a fin de poder ofrecer a la ciudadanía alternativas de desplazamiento seguras y adecuadas. 

    Un coche eléctrico sigue siendo un coche y utiliza tanto espacio público como un coche de combustible fósil, espacio que podría utilizarse de forma mejor y más saludable

    Al ser una industria privada, está abierta a la competencia y a las fuerzas del mercado y, a la vez, está regulada por el gobierno. La industria del automóvil se mantiene a flote gracias a las grandes inversiones del gobierno, las subvenciones y las exenciones fiscales en combustibles fósiles, las inversiones en carreteras y las instalaciones de fabricación. La industria del automóvil proporciona muchos puestos de trabajo altamente cualificados, pero estos puestos han ido disminuyendo debido a la automatización y se reducirán aún más y beneficiarán a menos personas. Es hora de invertir en alternativas. Los gobiernos deben invertir en sistemas y servicios públicos que beneficien a más personas y promuevan la salud.

    Es hora de invertir en lo que queremos tener, no en lo que creemos que tendremos. Los planificadores del transporte suelen predecir un mayor uso del automóvil y, por tanto, justifican la construcción de más carreteras. Sin embargo, se utilizan modelos anticuados para predecir la demanda y tienden a sobrestimar los beneficios y subestimar los costes. Seguro que si se proporciona más espacio (público) para los coches, habrá más coches. Las calles de las ciudades parecen aparcamientos (los coches están aparcados el 96% de su tiempo). Se trata de un espacio urbano que puede aprovecharse mejor, como los espacios verdes que son importantes para la salud. Dado el limitado espacio público urbano y la alta densidad de tráfico, con demasiada frecuencia parece que hemos diseñado nuestras ciudades para los coches y no para las personas.

    Una gran parte de la población está excluida de la posibilidad de conducir un coche debido a la edad (infancia y personas mayores), la situación económica o a alguna incapacidad, y depende en gran medida del transporte público, que acostumbra a ser más lento y menos cómodo debido a la falta de inversión. Los propietarios de coches y los que se desplazan al trabajo acostumbran a tener más recursos económicos y pueden permitirse un viaje más rápido y cómodo. 

    Tenemos que reducir nuestra dependencia del coche y proporcionar infraestructuras y servicios que beneficien a todas las personas y que promuevan la salud, como el transporte público y activo. Demasiadas personas son obesas, enferman o mueren porque no realizan suficiente actividad física, están expuestas a la contaminación atmosférica y al ruido del tráfico o no disponen de suficientes espacios verdes. Las inversiones gubernamentales, incluidas las subvenciones a los coches eléctricos, son malas para la salud. El dinero debería invertirse en alternativas mucho más saludables que proporcionen movilidad a todas y todos.

    Tenemos que reducir nuestra dependencia del coche y proporcionar infraestructuras y servicios que beneficien a todas las personas y que promuevan la salud, como el transporte público y activo

    Es hora de invertir y comprometerse con una planificación urbana y del transporte que sea para las personas y no para los coches, y que no sea perjudicial para la salud, sino que la promueva. Por lo tanto, es hora de replantear nuestra planificación urbana y de transporte centrada en el coche. No más asfalto, sino menos. Necesitamos desarrollos suficientemente densos con un uso del suelo diverso que permita el transporte público y activo y distancias de viaje más cortas. Necesitamos implantar modelos urbanos como las "supermanzanas" de Barcelona, la ciudad de 15 minutos de París o la ciudad sin coches de Hamburgo, que priorizan el transporte activo y público sobre los desplazamientos en coche y utilizan el espacio público para zonas verdes y no para coches. Un aire más limpio, más espacios verdes y más bicicletas en las ciudades europeas podrían evitar cientos de miles de muertes prematuras cada año en Europa.

    Estos modelos urbanos requieren inversiones masivas del gobierno, pero darán como resultado ciudades con menos tráfico motorizado, contaminación del aire y ruido, emisiones de CO2 y efectos de isla de calor; más espacios verdes y actividad física; y promoverán una movilidad más equitativa e inclusiva. Esto contribuirá a reducir la dependencia del automóvil y ciudades neutrales en carbono, más habitables y saludables.

    Para lograr esto, necesitamos tener liderazgo político y enfoques sistémicos y de múltiples actores. Necesitamos derribar los silos que existen actualmente y reunir, por ejemplo, a los planificadores urbanos y de transporte, los profesionales del medio ambiente y la salud pública, los sectores de la vivienda y la educación para que (re)diseñen nuestras ciudades. ¿Por qué los viajes diarios han de ser largos? ¿Por qué algunos niños y niñas necesitan ir a la escuela en coche? ¿Por qué no hay carriles bici seguros? ¿Por qué muchas personas tenemos que esperar en un semáforo para ver pasar solo a algunos coches?, o ¿por qué vemos tan poco verde en nuestras ciudades?

    No hay que poner inversiones públicas en coches eléctricos, sino que hay que regularlos. La industria del automóvil puede cuidarse sola y producir automóviles más baratos y eficientes. Pero hay que invertir en las ciudades donde viven la mayoría de personas y hacer que nuestras ciudades sean más eficientes y saludables. Necesitamos mejores ciudades para las personas, no para los automóviles, para hacer frente a la crisis climática.

    Necesitamos mejores ciudades para las personas, no para los automóviles, para hacer frente a la crisis climática

    De todo esto hablaremos próximamente en dos conferencias que organizamos en el marco de la COP 26: la primera sobre cómo diseñar ciudades saludables y sostenibles (10 de noviembre) y la segunda sobre la transición a la movilidad urbana de cero emisiones (12 de noviembre).

    Más información

    COP 26 Side Event: How We Can Make Cities both Healthier and Carbon-Neutral
    10 November 2021
    Information and registration (free online event)

    COP 26 Side Event: Transitioning to Zero Carbon Mobility in Our Cities: Linking Transport to Energy, Climate and Health
    12 November 2021
    Information and registration (free online event)