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Acusar a Greenpeace de “crimen contra la humanidad” es ridículo (y peligroso)

05.7.2016

[Este artículo ha sido publicado en El País ]

En una carta publicada hace unos días, más de 100 premios Nobel critican a Greenpeace por su postura contra el uso de organismos modificados genéticamente (OGM) y específicamente por su posición crítica contra la eficiencia del arroz dorado como recurso para atajar la deficiencia de vitamina A. En su documento usan un lenguaje particularmente duro, llegando a acusar a la ONG de “crimen contra la humanidad”. Es indiscutible que los nobeles son personas sumamente capacitadas que han ayudado a la humanidad por medio de su ciencia. Sin embargo, ello no los convierte necesariamente en personas especialmente sensibles, bien informadas o suficientemente críticas como para abordar asuntos tan complejos como la malnutrición humana o el desarrollo sostenible.

Es muy difícil hacer predicciones a largo plazo y a gran escala de los efectos potenciales de los OGM sobre el medio ambiente y la salud humana

Existen evidencias abundantes sobre los efectos potenciales del uso de los organismos modificados genéticamente sobre el medio ambiente. Está bien documentado que es frecuente la contaminación involuntaria del genoma de especies silvestres (por ejemplo, CN Stewart y col, Transgene introgression from genetically modified crops to their wild relatives Nature Rev Genetics, 2003), aunque los efectos a largo plazo de dicha contaminación no son siempre obvios.

Por otra parte, las evidencias sobre los efectos directos de los OGM sobre la salud humana son, en efecto, muy limitadas o inexistentes. Esta carencia de evidencias en humanos podría ser debida, en parte, a la falta de estudios que examinen los potenciales efectos sobre la salud con el transcurso del tiempo. En realidad es muy difícil hacer predicciones a largo plazo y a gran escala de los efectos potenciales de los OGM sobre el medio ambiente y la salud humana (D Caruso, Intervention: Confronting the Real Risks of Genetic Engineering and Life on a Biotech Planet, Hybrid Vigor Institute, 2006).

Acusar de “crimen contra la humanidad” a una organización que tiene un historial admirable en la defensa del medio ambiente en tiempos de cambios climáticos es indicativo de una visión sesgada de la realidad global

Desde este punto de vista, la posición global adoptada por Greenpeace contra el uso de biotecnología moderna parece obsoleta.

Por otra parte, aceptar de manera acrítica –como creo que están haciendo los premios Nobel- argumentos propuestos principalmente por la industria agroalimentaria sobre los beneficios de las nuevas tecnologías y de soluciones que no han demostrado ser ni sostenibles ni efectivas tampoco parece la más sabia de las aproximaciones.

Por ejemplo, los beneficios de la aplicación de cultivos OGM en la agricultura de pequeña escala que proporciona la inmensa mayoría de productos alimentarios en Asia o África no se ha comprobado nunca (no me refiero aquí a productos como el algodón). Agencias especializadas de la ONU como el International Fund for Agricultural Development (IFAD) u otras instituciones independientes no se cansan de repetir que las nuevas tecnologías, por sí mismas, no son suficientes para lograr el desarrollo rural sostenible y la eliminación de la pobreza rural, y que no existe una solución única o mágica para solucionar problemas complejos como la malnutrición.

Los beneficios de la aplicación de cultivos OGM en la agricultura de pequeña escala que proporciona la inmensa mayoría de productos alimentarios en Asia o África no se ha comprobado nunca

Acusar de “crimen contra la humanidad” a una organización que tiene un historial admirable en la defensa del medio ambiente en tiempos de cambios climáticos es indicativo de una visión sesgada de la realidad global. Ciertamente, debemos valorar las contribuciones científicas de los nobeles, pero ellos harían mejor en centrar sus críticas y acciones en prevenir las numerosas actividades que están produciendo la destrucción en masa del medio ambiente y la salud en nuestro planeta. Las posturas extremas, como la que han adoptado contra Greenpeace, no solo no ayudan, sino que además son peligrosas.