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  • Mark J Nieuwenhuijsen
    Mark J Nieuwenhuijsen , Research Professor, Director of the Urban Planning, Environment and Health Initiative, and Head of the Climate, Air Pollution, Nature and Urban Health Programme Salud ambiental
  • ¿Qué políticas podrían adoptar las ciudades (compactas) para reducir su carga sanitaria?

    04.7.2024
    Consell de Cent ciclista  Daniel Bartolomé
    Foto: Daniel Bartolomé / Ayuntamiento de Barcelona

    Las alcaldías pueden aliviar la carga de los médicos de cabecera y hospitales locales adoptando políticas efectivas en favor de ciudades más saludables.

     

    Recientemente hemos evaluado la relación entre las configuraciones urbanas y la mortalidad en más de 900 ciudades europeas y hemos encontrado que las ciudades compactas de alta densidad tenían una tasa de mortalidad más elevada que las ciudades verdes de baja densidad.

    La mayor parte de la población del estudio residía en ciudades compactas de alta densidad (68.096.496 personas) y ciudades abiertas de baja altura y densidad media (56.108.876 personas), frente a un porcentaje menor de población que residía en ciudades abiertas de baja altura y baja densidad (38.559.619 personas) y ciudades verdes de baja densidad (27.474.508 personas).

    Las mayores tasas de mortalidad en las ciudades compactas podrían explicarse en cierta medida por la mayor contaminación atmosférica, la falta de espacios verdes y los mayores efectos de isla de calor, que a su vez se deben en parte a que el tráfico motorizado es mucho más denso. El tráfico motorizado privado toma mucho espacio que podría aprovecharse mejor, por ejemplo para espacios verdes que también redujeran los efectos de isla de calor urbano. Los altos niveles de contaminación atmosférica, debidos a la densidad de fuentes residenciales y de tráfico, son un gran reto para las ciudades compactas. Reducir esta contaminación reducirá significativamente las tasas de mortalidad y la carga de enfermedad asociada.

    Aprovechar las ciudades compactas

    Las ciudades compactas tienen una ventaja significativa sobre otros tipos de ciudades, y es que pueden albergar a muchas más personas en un área relativamente pequeña, reduciendo así el daño a las zonas naturales y permitiendo el transporte activo y público. Sigue siendo la configuración urbana dominante en Europa. Y las emisiones de CO2 per cápita son mucho menores que en otras configuraciones.

    Tenemos que explotar el potencial de nuestras ciudades compactas mediante modelos innovadores

    Por tanto, tenemos que explotar el potencial de nuestras ciudades compactas mediante modelos innovadores, como las supermanzanas de Barcelona, la ciudad de 15 minutos de París, el barrio de bajo tráfico de Londres o los barrios sin coches de Vaugban, en Friburgo, incorporando alternativas como las soluciones basadas en la naturaleza, que incluyen el plantar árboles o los techos y fachadas verdes. Es esencial reducir el uso del coche privado y apostar aún más por el transporte activo y público.

    Además, las zonas de (ultra) bajas emisiones (ZBE) pueden ser una forma eficaz de reducir la contaminación atmosférica, al igual que los peajes para reducir el número de coches privados que entran en la ciudad. Por supuesto, no existe una solución única para todas las urbes. Cada ciudad debe realizar estudios específicos basados en sus propias características y diseñar una solución ad hoc para encontrar el modelo óptimo en términos de salud, calidad ambiental y huella de carbono.

    Pero, ¿en cuánto puede reducirse la carga sanitaria? El ejemplo de Barcelona

    En los últimos años se han llevado a cabo varios estudios de evaluación del impacto sobre la salud para calcular la carga sanitaria asociada a la planificación urbana y del transporte en Barcelona. Algunos cálculos retrospectivos pueden dar una idea de lo que podrían ser políticas eficaces en una ciudad compacta como Barcelona. La ciudad condal tiene una tasa de mortalidad similar a la media de las ciudades compactas del estudio (1124 muertes por 100.000 habitantes) y muy superior a la tasa de mortalidad de las ciudades verdes de baja densidad (1003 muertes por 100.000 habitantes). ¿Cómo pueden reducirse estas tasas de mortalidad más elevadas y acercarse o situarse por debajo de las ciudades verdes de baja densidad?

    1. Si se redujera la contaminación atmosférica, el ruido y el exceso de calor a los niveles recomendados internacionalmente, y si se aumentaran los espacios verdes y la actividad física a los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se evitarían 2.904 muertes al año. Esto reduciría la tasa de mortalidad en 213 muertes por cada 100.000 habitantes. 
    2. Si sólo se redujeran los niveles de contaminación atmosférica a los nuevos niveles recomendados por la OMS, se calcula que podrían evitarse 1886 muertes al año (1.307 muertes por PM2.5  y 827 muertes por NO2). Esto reduciría la tasa de mortalidad en 139 muertes por cada 100.000 habitantes, o en 42 por cada 100.000 si sólo se redujera el NO2 a los niveles recomendados.
    3. Si se implantaran en Barcelona 503 de las Supermanzanas originales, se calcula que podrían evitarse 667 muertes al año gracias a una cierta reducción de la contaminación atmosférica, el ruido, los efectos de las islas de calor y un aumento de los espacios verdes y la actividad física. Esto reduciría la tasa de mortalidad en 51 muertes por cada 100.000 habitantes. 
    4. Si se aumentaran los espacios verdes para que toda la ciudadanía tuviera acceso suficiente a ellos según la OMS (al menos 1 hectárea a menos de 300 metros de la residencia), podrían evitarse 337 muertes al año. Esto reduciría la tasa de mortalidad en 27 muertes por cada 100.000 habitantes. 
    5. Si todas las calles de Barcelona tuvieran un carril bici, los índices de uso de la bicicleta aumentarían hasta un 19% estimado de la cuota del modo de transporte. Aumentarían por consiguiente los niveles de actividad física y podrían evitarse 248 muertes al año. Esto reduciría la tasa de mortalidad en 15 muertes por cada 100.000 habitantes.
    6. Si el 40% de los desplazamientos cortos que se hacen en coche pasaran a hacerse en bicicleta se evitarían 66 muertes al año. Y si una parte pasara a hacerse en transporte público se evitarían 44 muertes al año en la población adulta trabajadora y 10 muertes en la población general. Esto reduciría la tasa de mortalidad en 4 muertes por cada 100.000 personas y 3 muertes por cada 100.000 personas, respectivamente. 

     

    De estos ejemplos se desprende claramente que la mayor tasa de mortalidad de las ciudades compactas podría reducirse mejorando la calidad del medio ambiente, especialmente (aunque no sólo) la calidad del aire y los espacios verdes, y aumentando los niveles de actividad física. Por supuesto, no existe una única medida política mágica y es probable que una combinación de diferentes medidas sea lo más eficaz y factible para reducir la carga sanitaria.

    ¿Quién puede hacer los cambios?

    Quienes investigamos en salud pública podemos estimar la carga sanitaria y dar ejemplos de cómo podría reducirse, pero no podemos realizar los cambios. Son los departamentos de planificación urbana, movilidad, medio ambiente, clima y educación, por nombrar algunos, bajo el liderazgo del alcalde o alcaldesa local, quienes deben proponer acciones y aplicar los cambios necesarios para reducir la carga sanitaria en su ciudad. Mediante un liderazgo decisivo y eficaz, la alcaldía puede reducir la pesada carga que soporta el sistema sanitario local (por ejemplo, médicos de cabecera, hospitales, servicios sociales) y liderar una ciudad más sostenible, habitable y saludable. 

     

    LEE LA NOTICIA SOBRE EL ESTUDIO: las ciudades compactas tienen menor huella de carbono, pero peor calidad del aire, menos espacios verdes y mayores tasas de mortalidad