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¿Qué lecciones podemos extraer de la pandemia de COVID-19 para preparar otras crisis del futuro?

03.5.2022
Wokandapix en Pixabay Preparedness
Foto: Wokandapix / Pixabay

[Este texto ha sido publicado originalmente en catalán en el boletín EspaiS@lut de la Diputación de Barcelona.]

La crisis sanitaria provocada por la pandemia de la COVID-19 ha afectado a nuestra sociedad mucho más allá de su impacto directo en la salud de las personas. El virus y sus consecuencias han influido indirectamente en el manejo otras enfermedades, en la salud mental y en el bienestar de la población, así como en la economía, la sociedad y la educación. Varias instituciones públicas, académicas y privadas han estado llamando la atención durante mucho tiempo sobre la falta de sistemas de preparación para enfermedades emergentes con potencial pandémico, sobre todo desde el toque de atención que la epidemia de SARS-1 provocó entre el 2002 y el 2004. A pesar de esto, la falta de inversión pública y privada en esta área ha provocado que la COVID-19 tuviera unas consecuencias devastadoras tanto de manera global como regional o local.

La COVID-19 desgraciadamente no será la última pandemia a la cual nos enfrentamos nosotros o generaciones futuras ya que los cambios en el medio ambiente y en la salud animal hacen que estemos más expuestos a enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes. Pero además del riesgo de enfermedades infecciosas, nuestras sociedades se enfrentan a los efectos negativos del cambio climático, a catástrofes naturales o a posibles accidentes químicos, radiológicos o biológicos. Todo ello pone de manifiesto que tenemos que mejorar nuestra aproximación a todo tipo de crisis, lo que pasa por mejorar la preparación, respuesta, recuperación y resiliencia (PR3) de cara a posibles futuras crisis de salud pública y ambientales, una aproximación amplia o “all hazards approach”.

Tenemos que mejorar nuestra aproximación a todo tipo de crisis, lo que pasa por mejorar la preparación, respuesta, recuperación y resiliencia (PR3) de cara a posibles futuras crisis de salud pública y ambientales, una aproximación amplia o “all hazards approach"

La crisis de la COVID-19 nos ha dejado numerosas lecciones que tenemos que aprender para evitar o mitigar el impacto de futuros riesgos sistémicos. En ISGlobal hemos seleccionado nueve que nos pueden ayudar a salir de esta pandemia global mejor preparados para responder a futuras crisis ambientales o que afecten la salud pública. Entre ellas, hay lecciones positivas que nos interesaría que continuaran o que se intentaran mejorar para ser más eficientes de cara al futuro.

La colaboración y movilización científica para avanzar en el entendimiento del virus causante de la COVID-19 y la innovación científica han permitido desarrollar vacunas eficaces y seguras, técnicas de diagnóstico, nuevas terapias y avanzar en sistemas de vigilancia innovadores como la monitorización de aguas residuales que permiten anticiparse a los riesgos. Estos avances tendrían que aprovecharse para desarrollar nuevas estrategias que nos permitan responder mejor a patógenos futuros. Además, se ha puesto de relieve el papel importante que puede jugar el uso de datos epidemiológicos integrados en tiempo real, la inteligencia epidemiológica, que permite anticiparse a riesgos, monitorizar el impacto de la crisis y de las medidas de control y evaluar su eficacia.

En cuanto a los retos que se han puesto de manifiesto podemos destacar la falta de integración de sistemas de alerta temprana y vigilancia que nos hubieran permitido contener más rápidamente la expansión del virus. Otro aspecto con un impacto muy negativo en la respuesta local y global a la COVID-19 ha sido la gran cantidad de información proveniente de fuentes no siempre veraces, amplificada con el uso de las redes sociales, que ha hecho que la población tuviera un acceso generalizado a desinformación. Este hecho, unido a la implementación de recomendaciones discrepantes, ha hecho que la población menguara su confianza en las autoridades sanitarias.

Otro aspecto a destacar han sido los obstáculos en cuanto a gobernanza, tanto a nivel local, como regional, nacional e internacional, que han impedido una respuesta coordinada y que han fragmentado y creado desigualdades en todos los niveles. A nivel internacional hay varias iniciativas que se han puesto en marcha o que se están desarrollando para intentar mejorar la coordinación entre países para responder a nuevas amenazas de patógenos con potencial epidémico o pandémico, como el nuevo Centro de Inteligencia sobre Pandemias y Epidemias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la nueva Autoridad Europea de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HERA) y los debates llevados a cabo actualmente alrededor del nuevo tratado sobre pandemias que la OMS ha puesto en marcha.

En cuanto a los retos que se han puesto de manifiesto, podemos destacar la falta de integración de sistemas de alerta temprana y vigilancia que nos hubieran permitido contener más rápidamente la expansión del virus

Aterrizando a un nivel más local, el impacto de la crisis de la COVID-19 ha creado grandes desigualdades en diferentes segmentos de la sociedad. Comunidades más pobres y marginalizadas han podido tener un peor acceso a la atención sanitaria, y se han visto más afectadas por peligrar sus puestos de trabajo e ingresos. Estos grupos vulnerables pueden vivir en entornos más masificados y con higiene deficiente que amplifican el riesgo de transmisión comunitaria.

El impacto de la COVID-19 en las ciudades ha sido superior al de las zonas rurales al tener mayor densidad de población y al estar más conectadas con otras zonas debido a las redes de transportes. La menor disponibilidad de espacios verdes y entornos donde pasar tiempos al aire libre de manera segura ha hecho que el impacto fuese mayor. Desafortunadamente, hay otros tipos de crisis que pueden afectar entornos urbanos y locales, como por ejemplo los efectos de la crisis climática: inundaciones, sequías, acontecimientos climáticos extremos como olas de calor/frío. Además, hay el riesgo de accidentes químicos o radiológicos o incendios. Es obvio pensar que en las estrategias de preparación y respuesta para crisis ambientales y sanitarias que se desarrollen en el futuro, las ciudades tienen que tener un papel muy importante.

 

Nigeria. Foto: Oluwaseyi Aiyeobasan / Pixabay

 

La COVID-19 ha hecho que se desarrollen diferentes marcos de actuación y recomendaciones que se tendrían que llevar a cabo para fortalecer la preparación de los entornos locales a riesgos sistémicos. La OMS creó recomendaciones para autoridades locales a fin de fortalecer la preparación frente a la COVID-19. UN Hábitat ha creado un informe que recoge lecciones aprendidas de la respuesta local a la COVID-19 y propuestas para remodelar los entornos urbanos con el objetivo de reducir los impactos de futuras pandemias, reduciendo contagios, efectos económicos, sociales y ambientales adversos, y creando ciudades más sostenibles. En un contexto más amplio de riesgos sistémicos, la OMS ha creado un marco con ocho áreas de trabajo para ciudades y entornos urbanos: gobernanza y recursos, coordinación multisectorial, alta densidad de población y movimiento, estrategias para involucrar a la comunidad local y comunicar riesgos, cómo centrarse en grupos vulnerables, acceso a evidencia científica e información contrastada, el comercio y la industria, y la organización y el acceso a servicios sanitarios o esenciales. Finalmente, es importante destacar un nuevo curso de la OMS sobre manejo de emergencias sanitarias y desastres para ciudades resilientes, en el cual se presentan riesgos a los cuales las ciudades pueden enfrentarse y qué conocimientos y estrategias existen para poder manejarlos y conseguir ciudades resilientes desde el punto de vista de la salud.

En resumen, se tiene que hacer hincapié en el hecho de que el impacto de la COVID-19 ha sido enorme en todos los ámbitos de nuestras vidas, pero tenemos que extraer lecciones que nos permitan mejorar nuestros sistemas de preparación y respuesta existentes o desarrollar nuevos marcos de actuación. Los ámbitos locales pueden verse afectados por diferentes tipos de crisis y tienen un papel muy importante en cómo manejar los riesgos y crear localidades preparadas y resilientes desde la perspectiva de la salud pública.