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Tuberculosis, esa enfermedad “antigua” que está más vigente que nunca

23.3.2022
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El día 24 de marzo se celebra el Día Mundial de la Tuberculosis, que conmemora la identificación del bacilo que la provoca, el Mycobacterium tuberculosis, por el Dr. Robert Koch. Cuando explico que trabajo en investigación de la tuberculosis, muchas personas se quedan extrañadas ya que piensan que es una enfermedad antigua, que ya no existe. Y sí, antigua es, pero lamentablemente está de plena actualidad.

Cuando explico que trabajo en investigación de la tuberculosis, muchas personas se quedan extrañadas ya que piensan que es una enfermedad antigua, que ya no existe. Y sí, antigua es, pero lamentablemente está de plena actualidad

La tuberculosis es una enfermedad conocida desde hace miles de años, a pesar de que solo hace 140 años que se descubrió el agente causante. En 2020, este bacilo causó aproximadamente 10 millones de casos de enfermedad y fue responsable de 1,5 millones de muertes. A pesar de estas inaceptables cifras, la tuberculosis tiene tratamiento y en los países que disponen de recursos no solo se puede curar, sino también detectar a tiempo para contener su transmisión comunitaria. Por eso actualmente su incidencia es tan baja en países de altos ingresos, como España.

 

No obstante, que haya pocos casos en países ricos, no debe inducirnos a pensar que es cosa del pasado a escala global. Como en tantas ocasiones, tendemos a olvidar que existen países en los que esta enfermedad causa estragos. De hecho, hasta la pandemia de la COVID-19, la tuberculosis era la enfermedad provocada por un solo agente infeccioso que más muertes ocasionaba a nivel mundial.

Hasta la pandemia de la COVID-19, la tuberculosis era la enfermedad provocada por un solo agente infeccioso que más muertes ocasionaba a nivel mundial

Precisamente, por su importancia, se trata de una enfermedad de declaración obligatoria y sometida a una vigilancia global estrecha por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, supone un reto realizar esta vigilancia debido, por una parte, a la heterogeneidad de las estrategias de los distintos países y de sus recursos y, por otra, a la dificultad de su detección entre algunos grupos vulnerables (como en la infancia y en personas que viven con VIH/sida). Por eso, en los informes anuales sobre el estado de la tuberculosis de la OMS, se visibiliza la diferencia que existe entre el número de personas notificadas y el número de personas que podrían tener la enfermedad (sin diagnosticar o sin reportar a las autoridades sanitarias).

En los últimos años, los esfuerzos globales para aumentar la notificación y mejorar las herramientas diagnósticas han conseguido que el número de casos notificados anualmente haya aumentado de 5,7-5,8 millones, en los años 2009-2012, a 7,1 millones en 2019. Dado que la incidencia estimada de tuberculosis durante ese periodo se mantuvo relativamente estable en los 10 millones de casos por año, el número de casos no notificados/no diagnosticados disminuyó de 4,2 millones a 2,8 millones en ese periodo de 10 años.

En riesgo los progresos mundiales contra la TB

Sin embargo, a raíz de la pandemia de la COVID-19, se ha producido un marcado descenso en las notificaciones de tuberculosis. Según los cálculos del último informe de la OMS, el número de casos de tuberculosis no notificados en 2020 (probablemente por no haberse diagnosticado) ascendió a 4,1 millones de personas, lo que supone un retroceso a los niveles de 2012.

A raíz de la pandemia de la COVID-19, se ha producido un marcado descenso en las notificaciones de tuberculosis. Según los cálculos de la OMS, el número de casos de tuberculosis no notificados en 2020 (probablemente por no haberse diagnosticado) ascendió a 4,1 millones de personas, lo que supone un retroceso a los niveles de 2012

Aparte del descenso de las notificaciones, la cobertura de tratamiento antituberculoso pasó del 72% en 2019 al 59% en 2020, lo que supone no solo un problema de salud para aquellas personas con la enfermedad (que sin tratamiento es probable que se mueran), sino también un aumento de las posibilidades de contagio de aquellas personas que las rodean.

Aunque podría deducirse que las medidas contra la transmisión de la COVID-19 pueden haber frenado también la transmisión intracomunitaria de la tuberculosis, todo parece indicar que esto no es así. Por un lado, las medidas se han aplicado de forma intermitente; por otro, la tuberculosis se puede transmitir por largos periodos de tiempo. Así, las restricciones de corta duración no tendrían un efecto tan marcado sobre la disminución de la tuberculosis, sobretodo si durante la pandemia se ha reducido la notificación y el diagnóstico. Además, el descenso de la notificación se dio a partir de marzo de 2020, justo al inicio de las restricciones. Dado el periodo de incubación de la tuberculosis, el descenso en la notificación se habría observado meses después de esta fecha, por lo que la inmediata reducción de las notificaciones va en apoyo de la tesis del infra diagnóstico.

Junto con el refuerzo en las estrategias de notificación, es imprescindible la investigación en herramientas diagnósticas que, o bien sean más sensibles para la detección de tuberculosis, o bien más accesibles, económicas y fáciles de realizar en entornos con menos recursos.