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Día Mundial de las Personas Refugiadas: una fecha para recordar o una tarea que acometer

19.6.2018

[Este artículo ha sido escrito por Ana Requena, responsable del Área de Salud e Inmigración de ISGlobal, y Ethel Sequeira, médica de familia y responsable de RSC del CAP Casanova de Barcelona]

Cada minuto, 24 personas lo dejan todo para huir de la guerra, la persecución o el terror

Cada minuto, 24 personas lo dejan todo para huir de la guerra, la persecución o el terror. Se calcula que hay al menos 65,6 millones de personas refugiadas en el mundo y existe la falsa percepción de que muchas de ellas se desplazan a países de renta alta. La realidad es muy diferente: el 84% son acogidas por países de ingresos bajos o medios y la mayoría se encuentran en África.

A pesar de esto, la problemática ha adquirido mucha relevancia en los últimos años en Europa. El viejo continente parece ignorar la legislación existente y pone barreras a la solidaridad con personas que necesitan asentarse y crear el sustrato para una nueva vida.

El 84% de las personas refugiadas son acogidas por países de ingresos bajos o medios

La sociedad europea se debate entre el deber de acogida y el rechazo a poblaciones que vienen de realidades socioculturales distintas y distantes. Los y las dirigentes dan soluciones económicas muy lejanas al humanismo y al respeto a los derechos humanos: han ofrecido inversiones a países que vulneran sistemáticamente los derechos humanos para que cierren sus fronteras y no dejen acceder a personas refugiadas a territorio europeo. El resultado son miles de personas atrapadas frente a fronteras cerradas y sin recursos adecuados para una supervivencia digna.

En España, llegamos este año al Día Mundial con tres noticias relacionadas muy relevantes. La primera, de enorme trascendencia, es que nuestro sistema sanitario volverá a ser universal y gratuito, después de que el Real Decreto 16/2012 dejara sin tarjeta sanitaria a 800.000 personas en nuestro país. Este decreto tuvo desde el inicio una repulsa generalizada de las ONG, asociaciones y sociedades científicas que mostraron su desacuerdo con las bases infundadas en las que se apoyaba.

Nuestro sistema sanitario volverá a ser universal y gratuito, después de que el Real Decreto 16/2012 dejara sin tarjeta sanitaria a 800.000 personas

Los efectos del decreto han sido devastadores, tal como muestra recientemente el trabajo “Los efectos mortales de perder la cobertura sanitaria”, presentado por la Universitat Pompeu Fabra y en el que se describe un aumento de la mortalidad de un 15% de personas inmigrantes indocumentadas.  Seis años para olvidar en los que han perdido la vida personas a las que no se les dio acceso a un derecho fundamental: el de la asistencia sanitaria. 

La segunda noticia relevante es el anuncio de que se retirarán las concertinas en las vallas, en un gesto de dignificar los derechos de las personas que las cruzan. Sobre dichas concertinas ya son conocidas las consecuencias de su uso: pueden producir lesiones graves a las personas que intentan saltar la valla.

Y la tercera novedad hace referencia a la decisión de España de acoger a los inmigrantes rescatados por el buque Aquarius frente a las costas de Libia. El propio Gobierno español lo ha definido como un “gesto político con el que quiere obligar a Europa de una vez por todas a hacer una política común frente a un problema común”. Mientras las personas rescatadas por el Aquarius llegan al puerto de Valencia, mil más llegan en pateras a las costas andaluzas. Quizás la frecuencia de estas llegadas ha desensibilizado a la ciudadanía europea frente la oportunidad que buscan estas personas de escapar de una vida sin futuro en sus países de origen. 

Como profesionales de la salud, nos preocupa la atención que debe garantizarse a estas personas

Como profesionales de la salud nos preocupa la atención que debe garantizarse a estas personas en varios niveles, en diferentes escenarios y con distintos protagonistas. Se debe trabajar en los rescates, en los asentamientos en los campos de personas refugiadas y en los dispositivos ofertados en los países de acogida. 

Se deben abordar enfermedades infecciosas, pero sobretodo la afectación de la salud mental asociada a un proceso migratorio enormemente duro y largo

Cuidar a una población que ha virado de ser mayoritariamente masculina de edad media a la incorporación de niñas y niños, mujeres (muchas de ellas embarazadas) y personas mayores, nos obliga a barajar tanto la atención urgente como la de patología crónica. Se deben abordar enfermedades infecciosas, pero sobretodo la afectación de la salud mental asociada a un proceso migratorio enormemente duro y largo en la mayoría de lo casos. En este sentido, no debemos olvidar los riesgos a los que están sometidas al escapar de situaciones de guerra y de violencia, de las agresiones que sufren en las rutas migratorias y de las condiciones a las que se enfrentan en los campos de personas refugiadas. Para abordarlo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea impulsar políticas de salud comunes y destinadas a llevar a cabo una atención sanitaria global y organizada.

Según el reparto anunciado por la Comisión Europea, a España le corresponden 14.900 personas refugiadas

Según el reparto anunciado por la Comisión Europea, a España le corresponden 14.900 personas refugiadas. Esta cifra está muy lejos de alcanzarse, a pesar de las partidas presupuestarias ya destinadas, pero sin duda sería fácilmente asumible por el Sistema Nacional de Salud. Varias organizaciones médicas y sociedades científicas han expresado su voluntad de colaborar en la atención sanitaria a este colectivo. Deben realizarse protocolos de atención específicos, así como sensibilizar a los y las profesionales y a la sociedad civil. Un objetivo a trabajar es evitar actitudes de rechazo tanto de profesionales como de la sociedad de acogida. Muchas veces este rechazo viene provocado por el miedo o desconocimiento sobre cómo atender y entender a esta población.

Margaret Chan, directora de la OMS, señalaba que no se trata de una crisis aislada sino de una realidad persistente con consecuencias a medio y largo plazo para la seguridad, las economías y la salud. Insistía en el derecho a la atención sanitaria, en la importancia de los programas de detección temprana de los problemas de salud y en la prestación de servicios sin poner en peligro la atención sanitaria de la población anfitriona.

El enfoque sanitario a la población refugiada tendría que garantizar una buena accesibilidad con cobertura universal

El enfoque sanitario a la población refugiada tendría que garantizar una buena accesibilidad con cobertura universal, organizada de forma integral e integrada y trabajando para que tanto las y los profesionales como la población de acogida no mostrasen rechazo a esta nueva población.

Existen ya propuestas reales que promueven este acceso a la salud de calidad fortaleciendo el sistema de atención primaria con equipos multidisciplinares, en vez de crear estructuras paralelas para esta población. Se trata, por tanto, de una propuesta factible y justa que deberíamos promover y exigir todos y todas y cada una de las profesionales que vamos a tener que desarrollarla. Parece que podemos empezar a trabajar esta nueva realidad. Ojalá el 20 de junio sea una fecha marcada para acometer esta tarea.