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  • Anna Lucas
    Anna Lucas , Coordinadora de la Iniciativa de Salud Materna, Infantil y Reproductiva
  • Cobertura de salud (materna) universal: un sueño a nuestro alcance

    12.12.2017

    Se trata de mecanismos para reducir y prevenir la pobreza y la vulnerabilidad en todo el ciclo de la vidaLa cobertura sanitaria universal (CSU) fue finalmente aceptada como uno de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de salud (meta 3.8) para todos los países. Dicha cobertura, consiste en asegurar mecanismos de funcionamiento y financiación de los sistemas de salud por los que todas las personas –sin distinción racial, social o de género– reciban los servicios sanitarios básicos que necesitan, sin tener que pasar penurias financieras para acceder a ellos. De modo que se trata de mecanismos para reducir y prevenir la pobreza y la vulnerabilidad en todo el ciclo de la vida.

    1 de cada 17 ciudadanos del mundo no tiene acceso a servicios sanitarios esencialesLa Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que alrededor de 400 millones de personas –uno de cada diecisiete ciudadanos del mundo– no tienen acceso a servicios sanitarios esenciales. Por otra parte, según datos más recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 55% de la población mundial (alrededor de 4.000 millones de personas) no tiene ningún tipo de protección social –entendida como educación, sanidad y pensiones públicas y universales, seguro de desempleo y atención a la dependencia. En cuanto a la población infantil, dos de cada tres niños y niñas (1.300 millones), mayoritariamente de África y Asia, carecen de todo tipo de protección. Mientras que en la región de Europa y Asia Central el 84% de la población se beneficia de al menos un aspecto de la protección social, este porcentaje desciende hasta el 18% en África.

    Desde Argentina hasta Indonesia, los países de ingresos medios y bajos están adoptando distintas políticas y estrategias, a distinto ritmo, para alcanzar la cobertura sanitaria universal. Entre los países de ingresos altos, los Estados Unidos son la excepción, con un 10,4% de la población (33 millones de personas) sin ningún tipo de seguro de salud.

    Entre los países de ingresos altos, los Estados Unidos son la excepción, con un 10,4% de la población sin ningún tipo de seguro de saludImplementar la CSU no es un objetivo menor. Su consecución condiciona la de otros ODS, más allá del ODS1 de erradicación de la pobreza, y reconoce la interdependencia y el papel central de otros sectores en asegurar la salud de las personas, como la educación, el transporte y la planificación urbana. Ante el retroceso del Estado de Bienestar en muchas regiones y países en las últimas décadas, puede considerarse un éxito relativo la inclusión explícita de la CSU como uno de los pilares de la protección social y, a su vez, meta para la consecución del ODS1 en la agenda de desarrollo mundial.

    Existe un consenso para que las estrategias de universalización y financiación de servicios básicos se centren principalmente en la atención primaria de salud. A pesar de ello, la CSU ha suscitado múltiples debates en torno a cuestiones como el contenido de los “servicios sanitarios esenciales” que todo ciudadano debería recibir y el acceso equitativo a los mismos.

    Puede considerarse un éxito relativo la inclusión explícita de la CSU como uno de los pilares de la protección socialEl acceso desigual a los servicios básicos –la inequidad– es un aspecto central que pone de manifiesto los problemas que enfrentan los esquemas de universalización en los países. En términos de evaluación y de rendición de cuentas, significa que los países deberán tener en cuenta los progresos no solo en el conjunto de la población nacional, sino en los diferentes grupos, por ejemplo, grupos determinados por niveles de ingresos, sexo, edad, o condición de migrante.

    Foto de Paola de GrenetEn cuanto al contenido –a qué debe incluir un paquete de servicios esenciales de salud– existe consenso en que, junto a servicios de atención al VIH, la malaria, la tuberculosis o las enfermedades no transmisibles, la atención básica debe incluir como componente esencial la salud materno-infantil: un paquete básico de servicios de atención perinatal (antes, durante y después del parto). Si de lo que se trata es de que la “salud llegue a todas las personas”, sin discriminar por nivel de ingresos, sexo, etnia o lugar de residencia, probablemente no exista otra atención más tributaria de ser incluida en un paquete esencial de servicios de salud que la que debe procurarse a cualquier mujer y recién nacido para posibilitar que sobrevivan al parto en el mejor estado de salud posible.

    En este sentido, el enfoque de la CSU ofrece una ventana de oportunidad para acelerar la (equitativa) universalización de los servicios de salud materna, especialmente de la atención al parto, que tanto pueden contribuir a reducir las muertes maternas y neonatales. Mujeres, adolescentes y niños deben ser grupos prioritarios en las estrategias de CSU porque carecen en general de los medios económicos para sufragar su atención de salud más básica. Por tanto, deberían ser beneficiarios preferentes de los servicios gratuitos de salud que más necesitan (planificación familiar, atención prenatal, atención materna, inmunización, prevención y tratamiento de enfermedades como VIH u otras).

    Deben aplicarse los principios de equidad que subyacen en la CSU para proteger a colectivos especialmente vulnerablesLas reformas que se están produciendo en los países no están exentas de amenazas para los grupos más desfavorecidos. Por una parte, deben hacer frente a las presiones de grupos con mayor voz y poder (funcionarios, trabajadores formales...) que buscan asegurase un estatus preferente en los nuevos esquemas. Es ahí donde deben aplicarse los principios de equidad que subyacen en la CSU para proteger a colectivos especialmente vulnerables como los ancianos, los trabajadores del sector informal, o las mujeres y la población infantil. Por otra parte, estamos en un contexto de estancamiento de los recursos nacionales dedicados a la salud, de dependencia de la ayuda exterior, y de gobiernos que rehúsan abordar reformas de los sistemas impositivos y de previsión social.

    En este sentido, la reciente creación del Instrumento de Financiación Global (GFF, por sus siglas en inglés) pretende catalizar la financiación de los países de sus sistemas de salud con foco en los servicios de salud materno-infantil. Como parte del acuerdo, los países beneficiarios del GFF deben aumentar los recursos para la salud de sus propios presupuestos nacionales, mejorando los impuestos y la inversión en salud –sin duda, la manera más sostenible y equitativa de construir la CSU a largo plazo. Es el elemento más importante del modelo GFF y probablemente también será el más difícil de implementar.

    Sostiene Amartya Sen que la CSU no es una fantasía inalcanzable, si no un sueño realizable incluso en los países más pobres, donde contribuye al desarrollo y a mejores indicadores económicos, como demuestra la experiencia de numerosos países en todo el mundo. La salud materna, para avanzar, debe imbuirse de esa visión.


    Fuente: World Social Protection Report (International Labour Organization)