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#CiudadesQueQueremos
Nuestra salud y la del planeta dependen del diseño de las ciudades. La vida urbana plantea desafíos que exigen repensar la forma en que planificamos los entornos urbanos. Las #CiudadesQueQueremos son ciudades hechas para las personas: lugares donde vivir bien y estar sanas.
En este reportaje interactivo abordamos cinco claves para construir ciudades saludables y sostenibles.
Iniciativa de planificación urbana, medio ambiente y salud*
Última actualización: ABRIL 2018
1. Contaminación del aire
Nos afecta a lo largo de toda la vida, desde que estamos en el vientre materno hasta la muerte. Pero, ¿somos conscientes de lo que respiramos?
El 98% de las ciudades de países de ingresos bajos y medios no cumple con los niveles seguros de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En los países de ingresos altos, ese porcentaje disminuye al 56%.
Hay una abundante evidencia científica que subraya la necesidad urgente de mejorar la calidad del aire. El programa de investigación en entorno urbano y contaminación del aire de ISGlobal ha realizado numerosos estudios acerca de cómo la polución afecta nuestra salud. David Rojas, médico investigador del equipo, nos lo explica:
Muchas veces no es visible, pero la contaminación del aire, en particular la procedente del tráfico, es la causa de algunas de nuestras enfermedades más comunes. Cáncer de pulmón, ictus, enfermedades respiratorias y un largo etcétera son causadas por esta asesina invisible. Más allá de la polución, el entorno urbano en el que vivimos impacta directamente en la salud y el bienestar.
La contaminación del aire afecta al cerebro de los niños y niñas. Investigaciones de ISGlobal concluyen que la exposición diaria a dióxido de nitrógeno (NO2) y hollín (o carbono negro), dos de los contaminantes asociados al tráfico, afectan el desarrollo cognitivo infantil. Nos lo cuenta Jordi Sunyer, jefe del programa de Salud Infantil de ISGlobal:
Se espera que siete de cada diez personas vivan en entornos urbanos dentro de 30 años. Para afrontar los retos que plantea esta urbanización sin precedentes, debemos actuar y poner nuestra salud y bienestar en el centro del diseño urbano.
Mejorar la calidad del aire en las ciudades debe ser prioridad absoluta para gobiernos, ayuntamientos y planificadores urbanos.
2. Ruido
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El tráfico que colapsa la ciudad, las obras en la calle, el camión de la basura, los ruidos domésticos de los vecinos, las terrazas... Las ciudades son sinónimo de ruido. Pensamos que la contaminación acústica es solo una molestia y no lo asociamos directamente con nuestra salud.
Sin embargo, el ruido afecta a la salud hasta tal punto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica el procedente del tráfico como el segundo factor medioambiental más perjudicial en Europa, detrás sólo de la contaminación del aire.
El ruido se define como un "sonido no deseado" y es uno de los factores ambientales más importantes a nivel de salud pública. El tráfico rodado es la fuente de contaminación acústica más común tanto dentro como fuera de las ciudades, seguido de los trenes y los aviones.
De toda la carga de enfermedad que se atribuye a una mala planificación urbana, el ruido del tráfico representa el 36%, un porcentaje incluso superior al que se atribuye a la contaminación del aire. Nos lo cuenta Maria Foraster, investigadora de ISGlobal especialista en ruido y salud:
La planificación urbana puede desempeñar un papel importante para disminuir los niveles de ruido.
3. Espacios naturales
La ciudad del futuro debe ser una ciudad verde. Los estudios científicos asocian los espacios verdes -parques urbanos, jardines, calles arboladas o bosques, entre otros- a numerosos beneficios para la salud en personas adultas, como la reducción del estrés, el hecho de vivir más años o un mejor estado de salud general y mental.
En niños y niñas, se relaciona con mejoras en la capacidad de la atención, desarrollo emocional y del comportamiento, incluso con cambios estructurales beneficiosos en el cerebro.
Por otro lado, los espacios azules -lugares como fuentes, lagos, ríos o mares- y su relación con la salud es un campo de investigación relativamente nuevo. Se relacionan con un aumento de los niveles de actividad física y podrían ser beneficiosos para la salud mental, en especial para la reducción del estrés y el bienestar autopercibido.
Aún se desconoce qué características de los espacios naturales son más beneficiosas para la salud de las personas, cuál es el mecanismo que explica esta relación y qué espacios naturales mejoran de manera más notable la salud de las personas.
La naturaleza debe formar parte de la ciudad. Más allá de puntos dispersos, los espacios naturales deben ser una trama que comunica todo el espacio urbano y beneficia a toda la ciudadanía.
4. Actividad física
El sedentarismo es un problema de salud pública mundial: es el cuarto factor de riesgo de mortalidad global y causa uno de cada cuatro casos de cánceres de mama y de colon.
¿Tú realizas suficiente actividad física? Te retamos a responder la siguiente pregunta:
Las ciudades deben ser diseñadas para fomentar la actividad física mediante el transporte activo, es decir, que el diseño urbano facilite los desplazamientos a pie o en bicicleta.
La mitad de los viajes en coche dentro de la ciudad cubren trayectos de menos de 5 km. Es una distancia que se puede recorrer en transporte activo con un gran impacto en la salud pública: aumenta la actividad física y se reduce los niveles de contaminación del aire y acústica.
Aumentar el nivel de actividad física es una necesidad social, no solo individual, que debe ser integrada en el diseño de nuestras ciudades.
5. Temperatura
¿Sabías que en las ciudades las temperaturas suelen ser más altas que en las zonas que las rodean? De hecho, la temperatura nocturna puede llegar a ser hasta 10 grados más alta en los entornos urbanos que en los alrededores. Este efecto se conoce como "isla de calor".
La forma geométrica de las ciudades, con grandes edificios y zonas pavimentadas que absorben el calor, o la falta de espacios verdes son algunas de las causas de las islas de calor. Nos lo cuenta la investigadora de ISGlobal Èrica Martínez:
Las islas de calor y las altas temperaturas aumentan la mortalidad, sobre todo por enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Es necesario que el diseño urbano incorpore de forma prioritaria la prevención del aumento de las temperaturas en las ciudades.
6. Conclusiones
A lo largo de este informe digital, hemos visto que las evidencias científicas son claras: la vida urbana actual puede llevar asociados graves impactos negativos en nuestra salud. El simple hecho de vivir en una ciudad no debería entrañar esos riesgos para nuestra salud, sobre todo porque son perfectamente evitables.
Mark Nieuwenhuijsen, director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal, pide dar el paso de la evidencia científica a la toma de decisiones políticas:
Las #CiudadesQueQueremos son ciudades diseñadas para las personas: espacios con buena calidad del aire, escasos niveles de ruido y sin islas de calor. Entornos urbanos con más espacios verdes y niveles saludables de actividad física.
Hay muchas medidas disponibles para hacer que sean una realidad:
La Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal trabaja estrechamente con actores públicos y privados para incorporar la evidencia científica a la planificación urbana. No hay tiempo que perder. Dado el número de personas a las que afecta y la gravedad de las posibles consecuencias, la salud urbana debería ser considerada una emergencia.