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Lucha de titanes: donde las epidemias se encuentran

30.3.2020

A medida que la pandemia de COVID-19 se extiende por todo el mundo causando enfermedad grave y muertes en poblaciones vulnerables en Asia, Europa y América del Norte, miramos al continente africano con preocupación. Mientras que los sistemas de salud europeos, que cuentan con muchos recursos, están luchando contra la ola de casos de COVID-19, los frágiles sistemas de salud de África se preparan para la propagación mortal de la enfermedad.

Mientras que los sistemas de salud europeos, que cuentan con muchos recursos, están luchando contra la ola de casos de COVID-19, los frágiles sistemas de salud de África se preparan para la propagación mortal de la enfermedad

La gravedad de la enfermedad COVID-19 se ha asociado hasta ahora con la edad avanzada y con afecciones previas, como la diabetes y la enfermedad pulmonar crónica. En la Unión Europea, alrededor del 20% de la población tiene más de 65 años; en China es aproximadamente el 11%; mientras que en África subsahariana esta cifra se acerca al 4%. Pero las personas más jóvenes en África pueden estar en mayor riesgo de enfermedad grave por COVID-19 de lo que hemos observado en Europa y América del Norte.

Altamente prevalentes en el África subsahariana, afecciones como la tuberculosis, el VIH y la desnutrición son afecciones subyacentes que pueden hacer que los adultos y niños más jóvenes sean vulnerables a la enfermedad grave por COVID-19. Los datos sobre las infecciones por COVID-19 en adultos y niños que sufren tuberculosis, VIH o desnutrición son limitados.

Más de diez millones de casos de tuberculosis ocurrieron en todo el mundo en 2019, de los cuales un millón se produjeron en niños. Además de ser la principal causa de muerte en el mundo, la tuberculosis, incluso después del tratamiento, puede conducir a una disfunción pulmonar duradera. Por lo tanto, los sobrevivientes de TB pulmonar pueden tener un mayor riesgo de COVID-19.

Altamente prevalentes en el África subsahariana, afecciones como la tuberculosis, el VIH y la desnutrición son afecciones subyacentes que pueden hacer que los adultos y niños más jóvenes sean vulnerables a la enfermedad grave por COVID-19

El VIH, otra condición subyacente importante, afecta a casi el 25% de la población de algunas regiones del sur de África, causa inmunosupresión severa y puede conducir a una alta prevalencia de insuficiencia pulmonar. El tratamiento antirretroviral de por vida para el VIH no cura la infección, pero restaura la mayoría de las defensas inmunitarias de una persona. Sin embargo, los datos de ONUSIDA estiman que solo el 50-60% de los 25 millones de personas que viven con el VIH en África subsahariana reciben tratamiento. Por lo tanto, millones de personas que viven con el VIH pueden estar inmunosuprimidas de forma moderada o grave, lo que los pone en riesgo de contraer la enfermedad COVID-19. Y, por último, la desnutrición asociada con saneamiento deficiente, inseguridad alimentaria y enfermedades infecciosas infantiles está presente en cerca de un tercio de los niños menores de cinco años en África subsahariana y podría generar más niños en riesgo de contraer la enfermedad grave de COVID-19.

El diagnóstico y el aislamiento de casos de COVID-19, como se ha implementado con éxito en Corea del Sur, ha resultado una estrategia llena de obstáculos en Europa y en América del Norte y es poco probable que se generalice en África. Además, las zonas urbanas densamente pobladas, las cohabitación de familias múltiples en viviendas individuales, los asentamientos superpoblados y los campamentos de refugiados con una infraestructura mínima hacen que el distanciamiento social y el confinamiento sean casi imposibles. Además, como hemos presenciado en Italia y en España, una gran cantidad de personal de salud se enferma y tiene que aislarse. Tal situación en África agotaría el número ya limitado de médicos y enfermeras necesarios en las líneas del frente.

Pero la necesidad es la madre de la invención, y en las últimas dos décadas, los países africanos han tenido que innovar y reestructurar sus sistemas de salud como respuesta a enfermedades infecciosas mortales como el VIH, la tuberculosis, el ébola y la malaria. Esto se ha traducido en la descentralización de muchos servicios de salud en la forma de una transferencia de tareas al personal de salud comunitario, así como en modelos basados ​​en la comunidad, clínicas móviles, uso de smartphones, administración masiva de medicamentos o incluso intervenciones puerta a puerta. La amplia experiencia ha demostrado que los y las trabajadores de salud de la comunidad pueden servir como un puente hacia una asistencia sanitaria sostenible. Esto es especialmente cierto en el África subsahariana, que según datos del Banco Mundial en 2015 tenía un promedio de 0,2 médicos / 1.000 habitantes en comparación con los 3,6 / 1.000 en la Unión Europea.

La amplia experiencia ha demostrado que los y las trabajadores de salud de la comunidad pueden servir como un puente hacia una asistencia sanitaria sostenible

Los modelos de atención fuera de la clínica en todo el continente podrían desempeñar un papel fundamental en la lucha contra la COVID-19. Por ejemplo, si se demostrara que algún medicamento como la cloroquina, el remdesivir u otro antiviral es efectivo para la prevención o el control de la COVID-19, podrían aprovecharse de los flujos de trabajo ya existentes para la distribución comunitaria y / o la administración masiva de medicamentos. Dichas intervenciones podrían aliviar a los hospitales, mantener a las multitudes lejos de las clínicas y, por lo tanto, preservar los escasos recursos hospitalarios para los casos más graves. Los enfoques que han evolucionado en el África subsahariana para diagnosticar y atender a las personas que viven con el VIH o la tuberculosis podrían contribuir a salvar miles de vidas durante la pandemia de COVID-19.

China, el primer país en lidiar con el brote de COVID-19, no tenía información sobre cómo progresaría el SARS-CoV-2. Desde entonces, la pandemia se ha extendido a través de Asia, Europa, Australia y América del Norte. A medida que llega a África, la valiosa experiencia y los datos obtenidos de otros países deben usarse para realizar predicciones que ayuden en la organización de una respuesta realista. Un enfoque ajustado a los recursos limitados disponibles y maximizando las lecciones aprendidas del VIH, la tuberculosis, el ébola y la malaria.

A medida que llega a África, la valiosa experiencia y los datos obtenidos de otros países deben usarse para realizar predicciones que ayuden en la organización de una respuesta realista

Es probable que no se puedan realizar pruebas de diagnóstico masivas y los equipos de soporte vital, como los ventiladores, son escasos en sistemas de salud ya tensos de por sí. Por lo tanto, las intervenciones no médicas serán clave. Esto puede significar proteger a los vulnerables y aprovechar los programas comunitarios establecidos. El distanciamiento social podría no ser factible de manera generalizada, pero sí que podemos mantener a las personas vulnerables alejadas de centros de salud abarrotados y mantener el acceso a los medicamentos antirretrovirales, el tratamiento de la tuberculosis y el apoyo nutricional infantil durante toda la crisis de COVID-19. El personal investigador están luchando por desarrollar y producir a gran escala pruebas de diagnóstico rápido y medicamentos antivirales, así como una vacuna. Mientras trabajan para encontrar una solución a medio y largo plazo, necesitamos salvar vidas.