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La pregunta del millón: ¿para cuándo una vacuna contra el zika?

28.4.2016

[Este artículo ha sido publicado en El País - Planeta Futuro]

La infección por el virus del Zika ha sido considerada desde su descubrimiento en Uganda en 1947 como una enfermedad relativamente leve, con síntomas similares a los del dengue pero de menor gravedad. Sin embargo, durante la actual epidemia en América Latina la infección se ha asociado con un aumento de casos de microcefalia en recién nacidos así como con el síndrome de Guillain-Barré en adultos. Numerosas instituciones nacionales e internacionales de salud, con el soporte de grupos científicos especializados de todo el mundo han comenzado una carrera contrarreloj para intentar entender la enfermedad producida por este virus, prácticamente desconocida hasta hace pocos años, y encontrar soluciones para hacerle frente.

Las previsiones más optimistas consideran que para finales del 2016 se podrían iniciar los estudios clínicos en humanos

Las principales estrategias que existen actualmente para poder controlar la epidemia y reducir el impacto en la salud de la población afectada consisten en la mejora del diagnóstico y tratamiento de la infección, el control de los mosquitos del género Aedes, responsables de su transmisión, y el desarrollo de vacunas que protejan frente a la infección. Ninguna de ellas es considerada efectiva por sí sola, sino que es la combinación de las tres lo que resultaría en el control adecuado de nuevas epidemias. De las tres estrategias, el control de los mosquitos es la más idónea, ya que simultáneamente podría afectar la transmisión del virus del Zika y la de otras enfermedades transmitidas por mosquitos como el dengue y el chikunguña. Sin embargo, actualmente contamos con pocas herramientas que puedan garantizar un control duradero y sostenible de las poblaciones de mosquitos.

La necesidad más inmediata es, junto con el desarrollo de tests diagnósticos rápidos, baratos y fiables, la de una vacuna efectiva capaz de prevenir la infección. Aunque en los últimos meses ha habido un gran esfuerzo global por avanzar en su desarrollo, las expectativas más realistas consideran que aún serán necesarios de tres a cinco años antes de que una vacuna pueda ser utilizada en la población. Dadas las graves consecuencias que tiene la infección durante el embarazo, será imperativo que la vacuna pueda proteger de forma segura a las madres y a los recién nacidos. Idealmente, la vacuna debería ser efectiva tras una única dosis, con una protección duradera contra los diferentes linajes del virus. Estas características esperadas son muy similares a las de la vacuna contra el virus de la rubeola. En muchos aspectos, el actual reto del virus del Zika es similar al del síndrome de rubeola congénita, responsable de causar numerosas complicaciones en recién nacidos de madres infectadas. En este sentido, resulta interesante que el pasado abril de 2015 la Organización Panamericana de la Salud declarase la eliminación de la rubeola congénita en todos los territorios de las Américas, después de más de setenta años desde su descubrimiento.

Existen al menos 14 instituciones con diferentes iniciativas en todo el mundo con el objetivo de desarrollar una vacuna contra el virus del Zika

Por otro lado, la experiencia científica ya existente relativa al desarrollo de vacunas efectivas contra otros virus de la misma familia que el zika, como el virus de la fiebre amarilla o el de la encefalitis japonesa, puede ayudar a acelerar el desarrollo de la vacuna tanto en las fases de laboratorio como en las clínicas. Más aún, la vacuna podría aprovechar el esfuerzo de numerosos grupos científicos y sus diferentes plataformas de estudio utilizadas durante la última década para desarrollar una vacuna efectiva contra el virus del dengue. De forma similar, una aproximación terapéutica interesante que puede tener impacto en la enfermedad en el embarazo es la utilizada en la infección por citomegalovirus. En estos casos, la inoculación de inmunoglobulinas en la sangre de la madre podría bloquear el virus y disminuir los efectos adversos de la infección, evitando el desarrollo de complicaciones en el recién nacido. Adicionalmente, entre los avances más relevantes de los últimos meses se encuentra el desarrollo de un modelo de enfermedad de virus del Zika en ratones, lo cual permitirá evaluar de forma rápida la seguridad y eficacia de los diferentes productos candidatos a vacunas.

Es imprescindible que el soporte institucional y político internacional que actualmente existe continúe

Actualmente, existen al menos 14 instituciones públicas y privadas con diferentes iniciativas en todo el mundo con el objetivo de desarrollar una vacuna eficaz y segura contra el virus del Zika. Algunos de los proyectos más realistas incluyen el uso de virus vivo-atenuado, virus inactivado (de forma similar a las vacunas de la fiebre amarilla o la encefalitis japonesa), el uso de virus quimérico-atenuado (similar a la vacuna del dengue usando la estructura del virus de la fiebre amarilla), vacunas basadas en DNA y vacunas basadas en proteínas recombinantes. Uno de los obstáculos que requerirán especial atención durante el desarrollo de la vacuna del zika es la relación entre la infección y el síndrome de Guillain-Barré, ya que desde la aparición en 1976 de la vacuna contra la gripe porcina se observó la asociación con dicho síndrome.

La carrera para desarrollar una vacuna efectiva contra la infección por virus del Zika no está exenta de obstáculos. Las previsiones más optimistas consideran que para finales del 2016 se podrían iniciar los estudios clínicos en humanos con unos pocos candidatos a vacuna. El ritmo de desarrollo de vacunas incluye numerosos pasos para garantizar la seguridad y efectividad de los potenciales productos, lo cual hace muy difícil que se pueda contar con una vacuna definitiva durante la actual epidemia. Sin embargo, si se tiene éxito nuevas epidemias podrían ser evitadas en un futuro no muy lejano. Uno de los grandes retos que se presentan es la sostenibilidad de los proyectos. Es imprescindible que el soporte institucional y político internacional que actualmente existe continúe, y que se desarrollen medidas globales de financiación adecuadas que permitan continuar investigando y avanzando en el conocimiento que tenemos sobre esta enfermedad emergente.

Pablo Martínez de Salazar es coordinador de la respuesta a la epidemia del virus del Zika y de la investigación en arbovirus en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)

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