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La pandemia de la COVID-19: Cómo lograr una respuesta justa y efectiva que incluya a las personas migrantes

07.5.2020

[Esta entrada ha sido escrito por Camila Picchio, Research Assistant, y Jeffrey V. Lazarus, Associate Professor y jefe del Grupo de Sistemas de Salud en ISGlobal. Ilustraciones de Elise Mattaliano]

Desde que se identificó el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 a principios de este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró, en menos de diez semanas, la pandemia de su enfermedad, la COVID-19. Desde entonces, la transmisión del virus de persona a persona ha sufrido una explosión a nivel mundial.

A medida que aumentaron los casos registrados, inicialmente en áreas concentradas en China, Irán e Italia, se fueron implementando medidas destinadas a contener esta pandemia, a menudo lentamente. Ahora, los sistemas de salud están corriendo para analizar la abundante evidencia disponible de muchos países sobre la efectividad de diversas políticas para reducir las tasas de transmisión.

Está claro que el éxito de las medidas depende de un liderazgo fuerte, el apoyo de la población a la respuesta, el manejo efectivo de la presión ejercida sobre el sistema de salud, y un flujo continuo de recursos necesarios, en particular de los equipos de protección para el personal de salud y ahora también para la población en general.

Sin embargo, si las políticas de los gobiernos no abordan explícitamente las necesidades de los grupos vulnerables como las personas sin hogar, trabajadores y trabajadoras sexuales, personas en el sistema penitenciario, consumidores de drogas, y migrantes, los esfuerzos para controlar la pandemia fracasarán dado que la COVID-19 es altamente transmisible, altamente prevalente y, a menudo, asintomática.

Si las políticas de los gobiernos no abordan explícitamente las necesidades de los grupos vulnerables, los esfuerzos para controlar la pandemia fracasarán dado que la COVID-19 es altamente transmisible, altamente prevalente y, a menudo, asintomática

La migración y la movilidad de las personas a través de las fronteras se han relacionado con problemas de salud. Los estudios indican que las personas migrantes se enfrentan a diferentes niveles de desigualdades en salud y tienen mayores desafíos para acceder a la atención de enfermedades infecciosas, salud mental, diabetes, riesgos de salud ocupacional y necesidades de salud materna e infantil, por ejemplo. Las personas migrantes a menudo cuentan con un acceso limitado a la información sobre los servicios de salud, lo que conduce a una mala utilización o subutilización de los servicios disponibles. Como destacó la Oficina Regional para Europa de la OMS recientemente en The Lancet, las personas migrantes y refugiadas son particularmente vulnerables al impacto de la COVID-19, en general dentro del marco de la sociedad y, en particular, en el sistema de salud.

En circunstancias normales, muchos sistemas de salud europeos ya están fallando en la implementación de políticas que vayan más allá de las leyes obligatorias que regulan la atención de las personas migrantes y están haciendo poco para abordar las diversas necesidades de las poblaciones migrantes. En circunstancias extraordinarias, como las provocadas por una pandemia, tales carencias se hacen mayores y pueden llevar a estas poblaciones, a menudo vulnerables, a situarse todavía más al margen de la sociedad. Las actividades de promoción de la salud, que incluyen proporcionar información en los idiomas locales, a menudo se descuidan. Las barreras culturales pueden dificultar la integración total en el sistema y muchos migrantes no utilizan la atención primaria de salud, sino que dependen de departamentos de emergencia o servicios informales de salud.

Ilustración de Elise Mattaliano @elise.mattaliano

Para combatir la COVID-19, muchos gobiernos nacionales y regionales han pedido a las personas que se queden en casa si se sienten enfermas y que informen de los síntomas a través de una aplicación de teléfono móvil si es posible, o mediante una llamada a su médico de atención primaria. Entonces, ¿dónde quedan las personas migrantes que no utilizan los servicios de atención primaria o que no tienen un teléfono móvil con esta aplicación traducida a su idioma para informar de posibles síntomas?

Las políticas implementadas en los países de todo el mundo están ayudando a frenar la epidemia. Aunque estas medidas tienen un impacto en nuestra vida cotidiana y pueden ser disruptivas, están reduciendo claramente la transmisión de persona a persona y disminuyendo la carga de la enfermedad. Sin embargo, en muchos casos no están suficientemente enfocadas a salvaguardar a las poblaciones vulnerables, incluidas las personas migrantes.

En muchos casos, las medidas no están suficientemente enfocadas a salvaguardar a las poblaciones vulnerables, incluidas las personas migrantes

Cuando se diseñaron estas medidas, ¿se hicieron los políticos alguna de las siguientes preguntas?

  • ¿Pueden todas las personas permitirse el confinamiento en casa y no ir a trabajar, o las empresas ofrecerán flexibilidad cuando trabajen desde casa?
  • ¿Cuántas personas viven de media en un hogar típico y cuánto espacio tienen?
  • ¿Todas la personas tienen acceso a la información en su idioma sobre la importancia de una higiene de manos adecuada y del distanciamiento social?
  • ¿Todas las personas tienen acceso a fuentes de información verídicas a través de cuotas grandes o ilimitadas de datos móviles y acceso a Internet?
  • ¿Las políticas identifican medidas para hacer que los esfuerzos de prevención, diagnóstico y tratamiento de la COVID-19 incluyan a las poblaciones marginadas?

El impacto económico del confinamiento y otras medidas preventivas será aún más profundo para las poblaciones migrantes, en particular para aquellas que tienen una situación migratoria irregular. A menudo, trabajan en condiciones arduas y precarias o en el sector informal, y no se beneficiarán de las iniciativas de ayuda social y económica. Una pérdida de ingresos los hundirá aún más en la pobreza y agravará la inequidad en salud.

El impacto económico del confinamiento y otras medidas preventivas será aún más profundo para las poblaciones migrantes, en particular para aquellas que tienen una situación migratoria irregular

Las personas migrantes enriquecen la diversidad de países de Europa y hacen importantes contribuciones a la sociedad y la economía. A menudo, tienen trabajos esenciales de bajos salarios como cuidadores domésticos haciéndose cargo de las personas mayores de nuestra sociedad; algunos trabajan en restaurantes y preparan nuestra comida; y otros son trabajadores domésticos, indispensables para las familias. Las políticas justas y efectivas de contención y desconfinamiento deben tener en cuenta la diversidad de la población y adoptar un enfoque de salud pública y derechos humanos. No permitamos que los derechos jurídicos o la condición de residente obstaculicen la derrota de la COVID-19.

Los test, que son cruciales para controlar la pandemia, y otros servicios de salud deben estar disponibles para todas las personas, independientemente del estatus migratorio, como lo ha anunciado Portugal, y las futuras políticas de ayuda social y económica no deben excluir de ninguna forma a las poblaciones migrantes. Recordemos que la pandemia de la COVID-19 comenzó en una ciudad y rápidamente viajó por todo el mundo. Hasta que todos estemos libres de virus, todos estamos en riesgo.

Los autores lideran un estudio en España para simplificar la atención de la hepatitis B en personas migrantes de África occidental en el Área Metropolitana de Barcelona, a través de pruebas de detección y vacunación basadas en la comunidad, y el vínculo con la atención en salud.

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