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COVID-19: un poema de despedida con asignaturas pendientes

27.5.2020
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Foto: Imagen de dominio público

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[Este artículo ha sido escrito por Luis Encinas (Médicos Sin Fronteras) y Adelaida Sarukhan (ISGlobal)]

 

“Adiós a personas pobres, enfermas y ancianas. La tierra ha suspirado su penúltima voluntad”, un jisei no ku (poema de despedida) que nos deja boquiabiertos, sin fuerzas, bajo estado de shock. Este poema, de tradición nipona, se suele escribir poco antes de la muerte de su autor. Las palabras nos dan una sensación de ‘dejà-vu’, nos recuerdan lo que hemos vivido en las últimas semanas.

Cierto, estos apotegmas no tienen base científica, aunque el nuevo coronavirus (también conocido como SARS-CoV-2) sí mata sobre todo a las personas mayores, a los enfermos crónicos y a los estratos socioeconómicos más desfavorecidos. Esta crisis, nos ha afectado, y sigue afectándonos, a todos, a unos más que a otros. Y lo ha hecho a una velocidad frenética y fulminante, como no se había visto ni vivido desde la pandemia de gripe de 1918. En poco más de cuatro meses desde que surgió el nuevo coronavirus en una ciudad china a más de 10.000 km de distancia, la pandemia de la COVID-19 (la enfermedad que causa) ha avanzado implacable, arrollando sociedades y obligando a los sistemas de salud a lanzar un S.O.S. desesperado, hincados ante la supremacía del virus desconocido.

Estos dos meses de confinamiento nos han permitido reflexionar sobre epidemias pasadas, actuales y futuras. Por ejemplo, de las epidemias más recientes de ébola (en África del oeste y en la República Democrática del Congo) podemos delinear rasgos comunes de una respuesta eficaz. Para empezar, la importancia de actuar de manera rápida y contundente, y contar con los recursos humanos y logísticos necesarios para detectar cuanto antes los casos e identificar y aislar a sus contactos.

Estos dos meses de confinamiento nos han permitido reflexionar sobre epidemias pasadas, actuales y futuras. Por ejemplo, de las epidemias más recientes de ébola, podemos delinear rasgos comunes de una respuesta eficaz

Otro elemento vital es la comunicación clara, coherente y transparente con y entre las comunidades, y adaptada al contexto social y cultural de las mismas. La percepción de riesgo y el cambio de comportamientos por la población es probablemente el elemento que más influye en la evolución de una epidemia, sobre todo en ausencia de vacunas o tratamiento eficaces. En este sentido, la pandemia de gripe de 1918 demostró la eficacia de las medidas de distanciamiento social cuando fueron implementadas por las ciudades a tiempo.

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La formación de recursos humanos en número suficiente (incluyendo la formación de sanitarios en medidas de prevención y control de infecciones), la planificación logística (espacios físicos, ejercicios de simulación, etc.), la colaboración entre los países afectados, y la necesidad de impulsar la investigación y desarrollo también son lecciones que surgen de epidemias pasadas.

La pandemia actual acabará, tarde o temprano. Más temprano si logramos desarrollar en los próximos meses una vacuna o un tratamiento eficaz. Más tarde si solo nos preocupamos por lo que sucede dentro de nuestras fronteras y quedan países o poblaciones sin acceso a dicha vacuna o tratamiento. Mientras tanto, nos esperan varios meses de “danza” con el virus, durante el cual tendremos que relajar o endurecer las intervenciones no farmacéuticas, incluyendo las medidas de distanciamiento físico (que no social). De cara al futuro, la capacidad de respuesta y de preparación a nuevos brotes por virus –ya sean conocidos o desconocidos–dependerá en gran medida de “las 3 C”: Coordinación, Colaboración y Cambio de comportamiento de la sociedad:

Coordinación de la respuesta más allá del sector sanitario

La pandemia actual no es solo una crisis sanitaria, sino una crisis multisectorial. Por lo tanto, es necesario establecer los mecanismos para garantizar una respuesta coordinada entre diferentes sectores y actores (políticos, sociales, económicos) tanto a nivel nacional como internacional para mitigar los efectos de esta y futuras crisis. A nivel global, es urgente reforzar el rol de organismos multilaterales, empezando por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La OMS debe ser la principal coordinadora de la respuesta y preparación frente a las crisis sanitarias. Ciertamente, su actuación frente a esta u otras pandemias no ha sido impecable, pero es el único organismo global con la misión, alcance e infraestructura necesarias. El problema actual de la OMS no es solo la falta de recursos, sino su falta de independencia y autoridad –está sujeta a los “caprichos” de los países que le dan dichos recursos, incluyendo China y EE.UU., y limitada por el carácter no vinculante de sus recomendaciones­–. En este sentido, debe poder penalizarse el no cumplimiento del reglamento sanitario internacional por parte de los países firmantes.

Colaboración

Esta crisis nos afecta a todos y no hay espacio para ningún tipo de competencia en la carrera hacia la vacuna o un tratamiento eficaz. La buena noticia es que, desde que por primera vez se describió el virus a inicios de enero hasta ahora, el conocimiento científico sobre el mismo ha avanzado a un ritmo sin precedentes , y se han desarrollado plataformas que promueven el intercambio y acceso abierto a dicha información . Así mismo, en un tiempo récord se han lanzado ensayos clínicos para probar la eficacia de fármacos ya existentes y aprobados (la OMS está coordinando un ensayo global para probar la eficacia de cuatro tratamientos) y se han comenzado ensayos de fase 1 para varias vacunas candidatas. En todo momento debemos permanecer vigilantes frente a las farmacéuticas que intenten comercializar “fármacos milagro” contra el virus. Finalmente, debemos asegurarnos que, una vez se tenga un tratamiento o vacuna eficaces, existan los mecanismos internacionales adecuados –como GAVI, la alianza global para la vacunación­­– para garantizar que lleguen a los países de bajos ingresos, en cantidades suficientes y a precios asequibles.

Cambio de comportamiento social

La pandemia estará controlada pero de aquí a ese tiempo aprenderemos mucho, cambiaremos nuestro modo de interactuar con los demás, viviremos con distancias físicas omnipresentes en nuestra mente, y nuestro día a día será seguramente otro. ¿Pero a qué coste? El miedo habrá ganado mucho terreno, vinculándonos a un estado de vulnerabilidad extrema.

Cabe esperar que de todo este sufrimiento saldrá un mejor entendimiento de lo que queremos como sociedad. Una sociedad que invierte en sanidad, educación, medio ambiente , por ejemplo –considerándolos como derechos y bienes comunes y no en un modelo dirigido por los intereses económicos–. Para eso no solo bastará una militancia sin descanso, nacido de una rabieta en un balcón.

Cabe esperar que de todo este sufrimiento saldrá un mejor entendimiento de lo que queremos como sociedad. Una sociedad que invierte en sanidad, educación, medio ambiente, por ejemplo –considerándolos como derechos y bienes comunes y no en un modelo dirigido por los intereses económicos–

Habrá que ir hasta el final, ser capaces de elegir a políticos y gobiernos de acuerdo con estos principios y sobre todo exigirles resultados. Porque nos lo merecemos. De no hacerlo, seguiremos derramando lágrimas y pagando un precio muy alto. Y entonces los poemas de despedidas se convertirán en las tristes realidades: las antecámaras de traumas sociales sin vía de escape.

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