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Día Mundial de la Malaria 2016: La guerra contra los anofelinos

22.4.2016

Poco después de la Segunda Guerra Mundial, un ejército de hombres armados con contenedores de DDT invadían aldeas y ciudades de Europa y EE. UU. Su misión: acabar con los mosquitos anofelinos y con la malaria de una vez por todas en aquellos lugares. La gran ofensiva armada cumplió su objetivo de eliminación de la enfermedad. Ahora resulta difícil imaginar que la malaria asediara a ciudadanos europeos hace apenas unas décadas. No obstante, el mosquito anofelino persistió; en algunas zonas, incluso en grandes cantidades.

El Anopheles es un asesino en serie implacable

El Anopheles es un asesino en serie implacable. Culpable de aproximadamente 590.000 muertes al año, le da mil vueltas a otros animales considerados peligrosos con más frecuencia, como el tiburón (10 muertes), el cocodrilo (1.000 muertes) y la serpiente (50.000 muertes). Sin embargo, al igual que la mayoría de asesinos en serie son inofensivos sin un arma, el Anopheles es inofensivo sin el parásito de la malaria. Sin malaria, se reduce a un simple fastidio que te mantiene despierto durante toda la noche.

La malaria existe desde hace muchos millones de años. De hecho, recientemente se ha demostrado que incluso ya mataba dinosaurios. Pero los seres humanos hemos tardado millones de años en darnos cuenta de que el transmisor era un mosquito; en realidad, se descubrió hace apenas unos 100 años. Con este descubrimiento comenzó nuestra ofensiva contra los mosquitos.

Culpable de aproximadamente 590.000 muertes al año, le da mil vueltas a otros animales considerados peligrosos

La guerra contra los anofelinos supone un ataque multifrontal. Nuestro primer frente es aprovechar cualquier debilidad en su biología; por ejemplo, cortarle el suministro de agua mediante la reducción de disponibilidad de lugares de cría, utilizar las señales olorosas que usan para detectarnos para atraparlos y explotar a sus patógenos y depredadores naturales, como peces y Bacillus thuringiensis (Bti), para acabar con las larvas.

El siguiente frente es una guerra química con insecticidas: rociar casas, impregnar redes mosquiteras e incorporarlos en posibles lugares de cría. Además, se pueden suministrar endectocidas como la ivermectina a posibles huéspedes —humanos y/o animales domésticos— para acabar con cualquier mosquito hematófago. Nuestro posible frente más reciente es una guerra genética: con la utilización de herramientas modernas, podemos modificar genéticamente mosquitos que no puedan transmitir la malaria o producir mosquitos macho estériles que serán liberados en el campo para reducir el número de anofelinos transmisores de malaria.

La guerra contra los anofelinos supone un ataque multifrontal

No obstante, los anofelinos siempre han encontrado el modo de sacarnos ventaja. Varias especies en el África subsahariana pueden depositar sus huevos en cantidades de agua estancada tan pequeñas como una simple huella de pezuña que ha llenado la lluvia. Estos lugares de cría son imposibles de localizar en un continente del tamaño de África y están desprovistos de peces depredadores. A modo de contraataque contra la guerra química, los anofelinos se han vuelto resistentes a muchos insecticidas y, además, han cambiado su comportamiento y ya empiezan a picar en el exterior —donde no hay insecticida— y a adelantar sus hábitos nocturnos a horas más tempranas en las que la gente no puede protegerse todavía con redes mosquiteras. La guerra genética aún no se ha llevado a cabo a gran escala, pero cuando se haga, no debería sorprendernos que los anofelinos vuelvan a adelantarse cambiando su biología o sus hábitos.

Entonces, ¿qué podemos hacer para adelantarnos a estos pequeños asesinos en serie? El primer paso sería aumentar la artillería. Como ya hemos aprendido para aventajar al VIH y las «superbacterias» resistentes a los antibióticos, tenemos que combinar más insecticidas, ya que resulta más difícil que desarrollen resistencia a múltiples insecticidas que a uno solo. Y cuando lo hagamos, tenemos que pensar en cómo emplear dicha artillería: ¿utilizamos todos los insecticidas de una vez o los vamos rotando para dificultar más la adaptación? ¿Qué tipo de pruebas necesitamos para basar nuestras decisiones en ellas?

Otro punto importante es conocer mejor a nuestro enemigo: ¿quién es?, ¿dónde está?, ¿dónde ataca? Al parecer, hemos echado a muchos mosquitos de las casas, pero ¿dónde están ahora? Si los aerosoles residuales interiores (IRS) y las mosquiteras tratadas con insecticidas de larga duración (MILD) no les afectan, tenemos que ingeniar una estrategia de ataque innovadora. Y por último, ¿qué especies transmiten la malaria actualmente? Existen cientos de especies de mosquito anofelino, de las cuales de 30 a 40 transmiten la malaria, pero solo nos centramos en unos cuantos sospechosos habituales. Mientras perseguimos a los jefes de la banda, ¿están los demás miembros matándonos a nuestras espaldas?

ISGlobal y  “la Caixa” contra la Malaria hemos iniciado nuestra particular batalla contra los anofelinos en  la Alianza Mozambiqueña para la Eliminación de la Malaria (MALTEM)

En ISGlobal y el programa “la Caixa” contra la Malaria, hemos iniciado nuestra particular batalla contra los anofelinos en el sur de Mozambique dentro de la Alianza Mozambiqueña para la Eliminación de la Malaria (MALTEM). Apoyada por la Obra Social “la Caixa” y la Fundación Bill & Melinda Gates y en colaboración con el Gobierno mozambiqueño y otros actores, como el Centro de Investigación en Salud de Manhiça, la alianza tiene un ambicioso objetivo: eliminar la malaria en la zona más meridional del país antes de 2020 mediante una combinación de administración masiva de medicamentos y control vectorial.

En este punto nos enfrentamos a la oposición de los anofelinos directamente, ya que las mosquiteras tratadas con insecticidas de larga duración (MILD) no son mucho más efectivas que una mosquitera sin tratar debido a la resistencia y la importancia de la transmisión en el exterior parece estar aumentando. Es obvio que tenemos que conocer mejor la evolución de la biología y el comportamiento del mosquito, de lo contrario, no seremos capaces de suprimir las poblaciones de vectores a los niveles necesarios para que la eliminación de la malaria sea factible.

Una guerra no se gana repitiendo lo que se ha demostrado que no funciona. La guerra contra el mosquito ha sido un éxito en EE. UU y Europa, pero la resistencia real llega de los rincones del África subsahariana, Asia y Sudamérica. Necesitamos estrategias innovadoras para atacar por sorpresa a los anofelinos y deberíamos prepararnos para su contraataque y estar listos para responder. Sin embargo, hay que recordar que el anofelino es inocente sin el parásito de la malaria: en realidad no se trata de una guerra contra los anofelinos, sino contra el parásito de la malaria. La guerra contra los anofelinos es simplemente el pilar que nos ayudará a derrumbar el imperio del parásito de la malaria.

Más información

Infografía: Sospechosos habituales: 6 vectores diminutos que suponen una enorme amenaza para nuestra salud: 001 Mosquito Anopheles